A fines de abril de 2025, el campo argentino transita un momento clave del ciclo agrícola 2024/25. Con la cosecha de los cultivos de verano como la soja y el maíz en pleno desarrollo, y los cultivos de invierno como el trigo preparándose para la siembra, los productores enfrentan un escenario complejo. El clima, los mercados internacionales y las políticas internas están definiendo el ritmo de la campaña, mientras los agricultores buscan maximizar rindes y mitigar riesgos en un contexto económico y climático desafiante. A continuación, te detallamos el estado de la siembra, el avance de la recolección y la situación de los mercados agrícolas en Argentina.
Siembra: Un Ciclo con Ajustes y Expectativas
Según las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la siembra total del ciclo 2024/25 alcanzó los 17,64 millones de hectáreas (M ha), un 7% más que el ciclo anterior, aunque con ajustes significativos entre cultivos. La soja, como principal cultivo de verano, cubrió 16,4 M ha cosechables, impulsada por una intención de siembra que creció un 8% respecto al año pasado, alcanzando las 17,7 M ha. Este aumento refleja la preferencia de los productores por la oleaginosa debido a su menor costo de implantación y su demanda sostenida en mercados internacionales, a pesar de los temores por la chicharrita que afectaron al maíz.
El maíz, por su parte, mostró una recuperación tras un ciclo complicado. A pesar de los temores iniciales por el spiroplasma y la falta de agua en septiembre de 2024, se sembraron 8,51 M ha, sumando 510.000 ha más de lo proyectado inicialmente gracias a lluvias clave entre octubre y noviembre del año pasado. Esto permitió al cereal recuperar terreno, especialmente en provincias como Buenos Aires (230.000 ha adicionales), Santa Fe (150.000 ha) y Córdoba (80.000 ha), según datos del Siber y la BCR. Sin embargo, la siembra de maíz tardío se redujo para evitar riesgos asociados a la chicharrita, cuya presencia se mantuvo en niveles normales este año gracias a los fríos intensos del invierno pasado y mejores prácticas de monitoreo.
En cuanto a los cultivos de invierno, abril marca el inicio de la siembra de trigo y cebada. Las primeras encuestas de la BCR señalan un aumento del área de trigo del 10% respecto al ciclo pasado, lo que podría llevar la cobertura a unas 7,37 M ha, incentivada por buenos perfiles hídricos en las zonas productivas y la necesidad de rotar cultivos tras años de predominancia de soja. La cebada, con 1,5 M ha proyectadas, mantiene un crecimiento más moderado, pero su siembra también se ve favorecida por la sustitución de maíz en algunas regiones.
Avance de la Cosecha: Ritmos Desiguales y Preocupaciones Climáticas
La cosecha de los cultivos de verano está en pleno desarrollo, pero el clima húmedo y las lluvias intermitentes están complicando el ritmo de trabajo. A la fecha, se ha recolectado el 45% del área de soja de primera, un avance mucho menor al 85% que debería haberse alcanzado en condiciones normales, según datos de Expoagro. Esto representa un volumen de 9,15 millones de toneladas sobre una cosecha total estimada en 48,6 millones de toneladas, de acuerdo con proyecciones de expertos. La BCR ajustó su estimación a 45,5 millones de toneladas tras restar 370.000 ha de área sembrada, lo que implica una producción 1 millón de toneladas menor a lo proyectado inicialmente.
El maíz, por su parte, ha cosechado solo el 20% de su área, con resultados dentro de lo esperado, pero con expectativas de un aumento en la producción de 4 millones de toneladas gracias al incremento de 510.000 ha sembradas. Esto lleva la proyección a 52 millones de toneladas, un volumen que reaviva las esperanzas de los productores tras las pérdidas del ciclo 2023/24, donde el spiroplasma causó un 18% de daños. La estabilidad en las poblaciones de chicharritas, especialmente en el norte del país, ha sido una buena noticia, con zonas como Santiago del Estero reportando individuos libres del vector.
Sin embargo, el clima sigue siendo una preocupación. La BCR advirtió que el déficit hídrico inicial y las lluvias excesivas de las últimas semanas están afectando tanto la cosecha de verano como el desarrollo de los cultivos de invierno, que están próximos a su período crítico. Los productores esperan que mayo traiga condiciones más estables para avanzar con la recolección y evitar mermas de calidad en los granos.
Mercados Agrícolas: Precios Bajos y Tensiones Globales
El estado de los mercados agrícolas en abril de 2025 refleja un panorama de incertidumbre. Según posts recientes en X, los productores argentinos están vendiendo a un ritmo lento debido a precios bajos y una alta volatilidad cambiaria. La soja, por ejemplo, enfrenta una tendencia bajista: el precio promedio de abril se ubica en torno a los USD 430 por tonelada, USD 20 menos que en marzo, según datos del Mercado a Término de Buenos Aires (Matba). Esto se suma a la presión de una cosecha récord en Estados Unidos, proyectada en 422,3 millones de toneladas para el ciclo 2024/25, lo que incrementa las existencias globales y reduce los precios.
El maíz también enfrenta desafíos. Aunque los rindes están dentro de lo esperado, los precios internacionales se ven afectados por una guerra comercial latente entre grandes actores como Estados Unidos y China, lo que genera incertidumbre en la demanda. En el mercado local, el maíz cotiza a USD 180 por tonelada, un valor que, ajustado por la inflación y el tipo de cambio, deja márgenes ajustados para los productores, según análisis de la BCR.
El trigo, que aún no ha comenzado su cosecha, tiene perspectivas más optimistas. Con una proyección de 20,4 millones de toneladas y un aumento del área sembrada del 21% respecto al ciclo pasado, los precios futuros a cosecha rondan los USD 220 por tonelada, incentivados por una menor oferta global tras problemas climáticos en regiones como Europa del Este. Sin embargo, la incertidumbre sobre la demanda de China, un mercado clave para Argentina, sigue siendo un factor de riesgo, como señalaron posts en X.
A nivel macro, las exportaciones agrícolas argentinas podrían alcanzar los USD 35.500 millones en 2025 si el clima acompaña, un 15,2% más que en 2024, según la BCR. Sin embargo, un escenario de déficit hídrico reduciría este valor a USD 32.600 millones, lo que destaca la dependencia del sector de las condiciones climáticas. Además, las retenciones a las exportaciones, que se espera se mantengan hasta fines de 2025, siguen siendo un punto de tensión para los productores, limitando su capacidad de inversión y competitividad.
Un Futuro con Desafíos y Oportunidades
El campo argentino en abril de 2025 muestra un balance mixto. La siembra ha alcanzado niveles récord en algunos cultivos, pero la cosecha enfrenta retrasos por el clima, y los mercados agrícolas están bajo presión por factores globales y locales. Los productores, sin embargo, no se rinden: están diversificando cultivos, adoptando tecnologías como la agricultura de precisión y apostando por prácticas sostenibles para mitigar riesgos.
El próximo mes será clave para definir el rumbo de la campaña. Si las condiciones climáticas mejoran, la cosecha podría tomar impulso y los rindes podrían acercarse a las proyecciones más optimistas. Mientras tanto, los ojos del sector están puestos en las políticas gubernamentales y las negociaciones internacionales, como las del G20, donde Argentina busca posicionarse como un proveedor confiable de alimentos. En un contexto de incertidumbre, el agro argentino sigue siendo un pilar de la economía, demostrando una vez más su capacidad de adaptarse y salir adelante.