Estás en una reunión para un nuevo trabajo, todo va bien, y de repente llega la pregunta inevitable: «¿Cuáles son tus fortalezas y debilidades?». Es un momento que puede ponerte nervioso, pero también es una oportunidad para brillar si sabés cómo manejarlo. En 2025, con un mercado laboral competitivo y entrevistas que buscan autenticidad, responder esta pregunta de manera estratégica y honesta puede marcar la diferencia entre conseguir el puesto o quedarte afuera. Acá te dejo algunos consejos prácticos para encarar esta situación sin tropezar y dejar una impresión positiva.
Preparate con anticipación, pero no memorices respuestas genéricas
Antes de la reunión, dedicate un momento a reflexionar sobre tus fortalezas y debilidades reales. Los entrevistadores no quieren escuchar respuestas clichés como «mi debilidad es que soy demasiado perfeccionista» o «mi fortaleza es que trabajo bien en equipo». Esas frases suenan ensayadas y poco auténticas, y en un mundo donde la sinceridad se valora cada vez más, pueden jugarte en contra. En cambio, pensá en ejemplos específicos que reflejen quién sos y cómo trabajás.
Para las fortalezas, identificá habilidades o rasgos que te hagan destacar y que sean relevantes para el puesto. Por ejemplo, si estás postulándote para un rol de analista de datos, podrías decir: «Una de mis fortalezas es mi capacidad para analizar grandes volúmenes de datos y encontrar patrones que otros podrían pasar por alto. En mi último trabajo, logré identificar una tendencia en las ventas que permitió a mi equipo ajustar la estrategia y aumentar los ingresos un 15% en tres meses». Este tipo de respuesta no solo muestra una fortaleza, sino que la respalda con un resultado concreto, lo que le da credibilidad.
Para las debilidades, elegí algo real pero que no sea un obstáculo directo para el puesto. La clave es mostrar que sos consciente de esa debilidad y que estás trabajando en mejorarla. Por ejemplo, si estás solicitando un puesto que no requiere hablar en público, podrías decir: «Una de mis debilidades es que a veces me siento incómodo hablando frente a grandes grupos, porque soy más reservado por naturaleza. Sin embargo, he estado trabajando en esto tomando cursos de oratoria y practicando en reuniones más pequeñas, y he notado que estoy ganando confianza». Esta respuesta demuestra autoconocimiento y proactividad, dos cualidades que los empleadores valoran.
Conectá tus fortalezas con el puesto y la empresa
Una buena respuesta sobre fortalezas no solo habla de vos, sino que también muestra que entendés las necesidades del puesto y de la empresa. Antes de la reunión, investigá la organización: mirá su misión, sus valores y los desafíos que enfrenta. Luego, alineá tus fortalezas con eso. Si la empresa valora la innovación y estás postulándote para un rol creativo, podrías decir: «Creo que una de mis fortalezas es mi capacidad para pensar fuera de la caja. En mi último proyecto, propuse una campaña publicitaria que combinaba realidad aumentada con redes sociales, algo que no se había hecho antes en mi equipo, y logramos un aumento del 20% en el engagement». Esto no solo resalta tu fortaleza, sino que también demuestra que podés aportar valor a la empresa.
Evitá hablar de fortalezas que no sean relevantes para el trabajo. Si estás solicitando un puesto administrativo, decir que sos «muy bueno en deportes» no va a impresionar a nadie. Enfocate en habilidades transferibles, como organización, comunicación o capacidad para resolver problemas, y respaldalas con ejemplos concretos que muestren cómo las aplicaste en el pasado.
Sé honesto con tus debilidades, pero mostrá cómo las manejás
Hablar de debilidades es más complicado, porque nadie quiere parecer poco competente. Sin embargo, los entrevistadores no buscan a alguien perfecto; quieren ver que sos consciente de tus áreas de mejora y que tenés un plan para trabajar en ellas. Elegí una debilidad que hayas identificado y que no sea un «dealbreaker» para el puesto. Por ejemplo, si el rol requiere trabajo en equipo, no digas que «no te gusta colaborar con otros». En cambio, podés mencionar algo que estés mejorando activamente.
Un buen ejemplo sería: «A veces tiendo a enfocarme demasiado en los detalles, lo que puede hacerme más lento al principio de un proyecto. Sin embargo, me di cuenta de que esto puede ser una desventaja cuando hay plazos ajustados, así que he estado trabajando en priorizar tareas y usar herramientas de gestión de proyectos para equilibrar mi enfoque». Esta respuesta no solo es honesta, sino que también muestra que estás tomando medidas para mejorar, lo que refleja una mentalidad de crecimiento.
Mantené un tono seguro y profesional
La forma en que decís las cosas importa tanto como lo que decís. Durante la reunión, hablá con confianza, sin titubear, pero sin sonar arrogante. Si te ponés nervioso al hablar de tus debilidades, los entrevistadores podrían interpretar que no sos sincero o que te falta seguridad. Practicá tus respuestas en voz alta antes de la reunión para que fluyan naturalmente, pero no las recites de memoria; querés que suenen espontáneas.
También es importante evitar caer en el extremo opuesto: no te disculpes ni te menosprecies al hablar de tus debilidades. Decir algo como «soy terrible para organizar mi tiempo» o «no sé trabajar bajo presión» puede hacer que los entrevistadores duden de tu capacidad para el puesto. En cambio, presentá tu debilidad como una oportunidad de aprendizaje y enfatizá los pasos que estás dando para superarla.
Terminá con una nota positiva
Después de hablar de tus debilidades, cerrá tu respuesta volviendo a una fortaleza o destacando cómo tus esfuerzos para mejorar te han hecho un mejor profesional. Por ejemplo: «Aunque al principio me costaba hablar en público, trabajar en eso me ha ayudado a desarrollar una mayor confianza en mí mismo, lo que también se refleja en mi capacidad para liderar proyectos y comunicarme con claridad». Esto deja a los entrevistadores con una impresión positiva y muestra que sos alguien que aprende y crece constantemente.
En resumen, la pregunta sobre debilidades y fortalezas no tiene que ser un obstáculo en tu próxima reunión laboral. Con preparación, honestidad y un enfoque estratégico, podés convertirla en una oportunidad para destacar tus habilidades y tu capacidad de automejora. La próxima vez que te la hagan, respirá hondo, hablá con confianza y dejá que tu autenticidad hagas el resto. En un mercado laboral donde la competencia es alta, mostrarte como alguien reflexivo y proactivo puede ser tu mejor carta de presentación.