En un movimiento que reordena el tablero político bonaerense, la Justicia, a través de la Junta Electoral liderada por Hilda Kogan, decidió el 29 de abril de 2025 extender los plazos electorales en la provincia de Buenos Aires. La medida, que responde a la necesidad de garantizar un proceso electoral más ordenado y humano, amplía los tiempos para la presentación de listas y boletas, pasando de 30 a 50 días entre el cierre de listas y la elección del 7 de septiembre. Este ajuste, solicitado por la propia Junta Electoral, busca evitar un «colapso» logístico en un contexto de elecciones desdobladas, tras la suspensión de las PASO aprobada el 28 de abril.
Para Axel Kicillof, esta decisión representa una victoria parcial. El gobernador había impulsado un proyecto para extender los plazos a 70 días, pero la resistencia del cristinismo y sectores de la oposición limitó el alcance de su iniciativa. Aunque el nuevo cronograma –con inscripción de alianzas el 19 de junio y cierre de listas el 29 de junio– facilita la organización electoral, Kicillof enfrenta un desafío: la falta de apoyo unánime dentro del peronismo lo obliga a negociar con una oposición fortalecida y un PJ fracturado. Sin embargo, el desdoblamiento de las elecciones, que Kicillof defendió con firmeza, le permite centrar el debate en cuestiones provinciales, alejándose de la contienda nacional y dándole margen para consolidar su liderazgo de cara a 2027.
El Partido Justicialista (PJ) bonaerense, por su parte, queda en una posición ambivalente. La extensión de plazos podría haber sido una oportunidad para resolver internas entre el kicillofismo, el cristinismo y el massismo, pero la desconfianza persiste. La decisión de Cristina Kirchner de no apoyar plenamente los plazos propuestos por Kicillof, sumada a las tensiones con La Cámpora, evidencia una fractura que complica la unidad del partido. Aunque el PJ mantiene la ventaja de canalizar el voto anti-Milei, las negociaciones por las listas se anticipan conflictivas, y la falta de un liderazgo claro –con Cristina y Kicillof en pugna– podría debilitar su posición frente a una oposición que busca capitalizar el desgaste peronista.
La oposición, conformada principalmente por el PRO, la UCR y La Libertad Avanza, encuentra en esta extensión de plazos una oportunidad estratégica. Por un lado, el tiempo adicional les permite afinar sus candidaturas y estrategias, especialmente en un contexto donde el desdoblamiento obliga a los intendentes a defender su gestión sin el arrastre de la elección nacional. El PRO, por ejemplo, ve en esto una chance de discutir temas locales como seguridad y salud, donde Kicillof podría ser vulnerable. Sin embargo, la oposición también enfrenta sus propias internas –como las indefiniciones en el radicalismo sobre las PASO– y deberá articular una postura unificada para aprovechar este nuevo calendario. La Libertad Avanza, aunque con menos estructura territorial, podría beneficiarse si logra captar el descontento con el oficialismo provincial.
En un año electoral marcado por la polarización y las internas, la extensión de los plazos electorales en Buenos Aires introduce un respiro logístico, pero también tensiones políticas. Mientras Kicillof busca consolidar su liderazgo, el PJ lucha por su unidad y la oposición afila sus estrategias, el camino hacia las urnas del 7 de septiembre se presenta como un desafío que definirá el futuro político de la provincia.