El 30 de abril de 2025, los cines argentinos abrieron sus puertas a Sinners, la película de terror dirigida por Ryan Coogler y protagonizada por Michael B. Jordan, que ya se perfila como un éxito rotundo. Según datos preliminares de Ultracine, la cinta recaudó más de 150.000 dólares en su primer día en Argentina, un número que, en un mercado donde el streaming suele ganar la pulseada, suena a hazaña. Con una combinación de críticas elogiosas y una campaña publicitaria que prometía “redefinir el terror”, Sinners ha dado un motivo para que los argentinos vuelvan a llenar las salas, aunque sea con el corazón en la mano.
La película, que mezcla horror sobrenatural con un trasfondo social, ha sido descrita como “una experiencia visceral” por el crítico Diego Lerer en La Nación. “Coogler no solo asusta, sino que te hace pensar, algo que Hollywood parecía haber olvidado”, escribió el 29 de abril. En el extranjero, Sinners también brilla: Variety reportó que la cinta sumó 45 millones de dólares en su segundo fin de semana en Estados Unidos, con una caída de solo el 6% respecto a su debut, un logro raro para el género. En Argentina, las salas IMAX, que representan el 23% de la taquilla local de la película, agotaron entradas en Buenos Aires y Córdoba, según Cinemark.
El contexto no podría ser más prometedor. Tras años de salas golpeadas por la pandemia y el auge de plataformas como Netflix, el cine argentino vive un pequeño renacer. Sinners llega en un momento donde los blockbusters internacionales, como el reestreno de Star Wars: La venganza de los Sith por su 20° aniversario, también han impulsado la asistencia. “El público quiere experiencias únicas, y el terror en pantalla grande es imbatible”, dijo Kevin Wilson, jefe de distribución de Warner Bros., en una entrevista con Variety el 26 de abril. En Argentina, la fiebre por Sinners se siente en redes sociales, donde hashtags como #SinnersArgentina acumulan miles de publicaciones, muchas celebrando los sustos y otras, claro, quejándose del precio de las entradas.
Pero no todo es un cuento de hadas. El éxito de Sinners también despierta sospechas sobre la maquinaria de Hollywood, que parece haber encontrado en el terror una fórmula para llenar bolsillos sin arriesgar demasiado. “Es una gran película, pero no nos engañemos: esto es otro intento de vendernos miedo envuelto en mensaje profundo”, ironizó la crítica Paula Vázquez en Página/12 el 30 de abril. Y tiene un punto. Con un presupuesto de 80 millones de dólares, Sinners no es precisamente una apuesta indie, sino un producto calculado para conquistar mercados globales, incluido el argentino, donde el género siempre ha tenido fanáticos leales.
Para el espectador local, Sinners ofrece una excusa para olvidar, al menos por dos horas, las preocupaciones diarias. La inflación puede seguir acechando, pero un buen susto en una sala oscura parece valer la pena. Con planes para una reexhibición en formato IMAX 70 mm a partir del 19 de mayo, según Deadline, la película promete seguir dando de qué hablar. Mientras tanto, los cines argentinos celebran, los fanáticos gritan, y Hollywood nos recuerda que, aunque el mundo se tambalee, siempre habrá una secuela en el horizonte. Porque, ¿quién necesita estabilidad cuando tienes palomitas y un buen grito?