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Robótica Humanoide en Argentina: Cómo la Tecnología Local Está Transformando la Industria y la Educación en 2025

En abril de 2025, Argentina se posiciona como un referente inesperado en el desarrollo y la adopción de robótica humanoide en América Latina, un campo que hasta hace pocos años parecía reservado para potencias tecnológicas como China, Estados Unidos y Japón. Si bien el país no lidera la carrera global, los avances locales en esta área están transformando sectores clave como la industria, la educación y la agricultura, al tiempo que plantean preguntas sobre el impacto social y económico de estas tecnologías. Desde fábricas que integran robots colaborativos hasta aulas que usan humanoides como herramientas educativas, la robótica está dejando su huella en el tejido productivo y cultural argentino.

Uno de los hitos más destacados de este año fue la presentación en enero de un robot humanoide para entrenamiento de tiro por parte de exmilitares argentinos, según posts en X de @laderechadiario. Este robot, desarrollado por una empresa local, es único en América Latina y posiciona a Argentina como la cuarta nación a nivel mundial en fabricar este tipo de tecnología, detrás de líderes como Estados Unidos y Japón. Diseñado para simular movimientos humanos en entrenamientos militares y policiales, este autómata no solo demuestra el potencial de la ingeniería argentina, sino también cómo la robótica humanoide puede adaptarse a necesidades específicas del país, como la seguridad y la defensa. Aunque el dato proviene de redes sociales y no ha sido confirmado por fuentes oficiales, refleja el creciente interés en aplicaciones prácticas de la robótica en Argentina.

En el ámbito industrial, la robótica humanoide está ganando terreno en fábricas argentinas, especialmente en Tierra del Fuego, donde se produce el 95% de los equipos electrónicos del país. Según un informe de El Cronista de junio de 2024, la integración de robots colaborativos, o “cobots”, ha permitido a las plantas industriales aumentar su productividad mientras reducen los riesgos para los trabajadores. Estos robots, diseñados para trabajar “codo a codo” con humanos, son capaces de realizar tareas repetitivas como ensamblaje y control de calidad, liberando a los operarios para actividades más estratégicas. Empresas como Big Dipper, que participó en Intersec Buenos Aires 2024, han destacado cómo los robots humanoides no reemplazan empleos, sino que los complementan, disminuyendo la carga física de los trabajadores y mejorando la seguridad en entornos industriales.

La educación es otro sector donde la robótica humanoide está marcando una diferencia en Argentina. Desde 2018, el país ha sido pionero en América Latina al integrar robótica y programación en el sistema educativo obligatorio, según datos de ITSitio Argentina. En 2025, esta iniciativa ha evolucionado con la incorporación de robots humanoides en las aulas, como los desarrollados por el Laboratorio de Robótica y Sistemas Embebidos de la UBA. Pablo De Cristóforis, director del laboratorio, señaló que los humanoides educativos, como los kits de robótica de producción nacional entregados a escuelas, están permitiendo a los estudiantes aprender programación y diseño de manera interactiva. Estos robots, que imitan movimientos humanos y pueden ser programados para tareas simples, no solo fomentan habilidades técnicas, sino que también preparan a los jóvenes para un mercado laboral donde la tecnología será omnipresente.

En el sector agrícola, Argentina, un país con una fuerte tradición agropecuaria, está adoptando robots humanoides para tareas de precisión. Según ITSitio Argentina, más de 1.000 robots agrícolas operan en el país, colocando a Argentina en el puesto 13 a nivel mundial en desarrollos tecnológicos para el agro. Empresas locales han adaptado modelos como los de Agility Robotics (como el robot Digit, probado por Amazon) para monitoreo y cosecha en cultivos. Estos robots, equipados con sensores avanzados y visión artificial, pueden identificar la calidad de los cultivos y realizar tareas repetitivas en terrenos irregulares, algo crucial en un país con vastas extensiones rurales. Este avance no solo mejora la eficiencia, sino que también aborda la escasez de mano de obra en el sector, un problema que se ha agudizado en los últimos años.

A nivel técnico, los desarrollos argentinos se benefician de la colaboración internacional y los avances globales en robótica humanoide. Por ejemplo, investigaciones del CONICET, como las reportadas en 2018 por Argentina.gob.ar, han utilizado algoritmos de Deep Learning para mejorar la autonomía de robots en entornos reales, un trabajo que sigue siendo relevante en 2025. Estos algoritmos, inicialmente desarrollados para videojuegos, permiten a los robots humanoides adaptarse a condiciones impredecibles, como las que enfrentan en campos agrícolas o entornos industriales dinámicos. Además, la influencia de tecnologías como las baterías de estado sólido, que están revolucionando la autonomía de los robots a nivel global, está llegando a Argentina a través de partnerships con empresas como Solid Power, según un análisis de integrarobot.com.

Sin embargo, no todo es optimismo. La adopción masiva de robots humanoides en Argentina enfrenta desafíos significativos. En el ámbito económico, la inversión requerida para desarrollar y escalar estas tecnologías es alta, y el país compite con gigantes como China, que según Política Exterior planea dominar la fabricación de robots humanoides para 2027. A nivel social, persisten preocupaciones sobre el impacto en el empleo. Aunque los cobots no reemplazan trabajadores, la automatización de tareas repetitivas podría desplazar a quienes dependen de esos roles, un tema sensible en un país con altas tasas de informalidad laboral. Además, las cuestiones éticas, como la privacidad y la seguridad de los datos que manejan estos robots, son un punto de debate, especialmente en aplicaciones de seguridad como los robots de entrenamiento militar.

Es importante cuestionar la narrativa oficial que presenta a la robótica como una solución universal. Si bien el gobierno argentino y las empresas locales promueven estos avances como un motor de desarrollo, no se están abordando de manera suficiente las desigualdades que podrían surgir. Por ejemplo, las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que constituyen el grueso del tejido productivo argentino, podrían quedar rezagadas frente a las grandes fábricas que sí tienen acceso a estas tecnologías. Además, la dependencia de hardware y software importados, como los chips de Nvidia que impulsan muchos robots humanoides modernos, podría limitar la soberanía tecnológica del país en este campo.

A pesar de estos desafíos, el futuro de la robótica humanoide en Argentina es prometedor. En 2025, el país no solo está adoptando tecnologías globales, sino que también está innovando con soluciones adaptadas a sus necesidades específicas. Desde los robots de entrenamiento militar hasta los humanoides educativos y agrícolas, Argentina está demostrando que puede ser un actor relevante en un campo dominado por potencias tecnológicas. Sin embargo, para que estos avances sean sostenibles, será crucial equilibrar la innovación con políticas que garanticen inclusión, regulación ética y desarrollo equitativo. La robótica humanoide no es solo un logro tecnológico; es una oportunidad para redefinir el futuro del trabajo y la educación en el país, siempre que se aborden sus implicancias con una visión crítica y responsable.

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