El Gobierno impulsa un esquema de ‘presentación espontánea’ para que los argentinos puedan usar dólares guardados sin declarar, una medida que busca inyectar divisas al mercado. Frente a la falta de financiamiento externo, esta iniciativa podría ser clave para reactivar la economía, aunque genera debate sobre su alcance y riesgos. ¿Qué implica y cómo beneficia al sector privado?
En un contexto de restricciones cambiarias y falta de acceso a financiamiento internacional en 2023, el Gobierno argentino, bajo la gestión del ministro de Economía Luis Caputo, ha puesto sobre la mesa un mecanismo conocido como ‘presentación espontánea’. Este esquema permite a los ciudadanos utilizar dólares que tienen guardados, comúnmente denominados ‘dólares del colchón’, sin necesidad de declararlos previamente ni enfrentar sanciones. La medida, que algunos analistas califican como un ‘neo blanqueo’, busca captar divisas que se estima podrían superar los 200.000 millones de dólares en manos de privados, según datos históricos del Banco Central y consultoras como Econviews.
El funcionamiento es sencillo pero estratégico: los individuos pueden presentar estos billetes en el sistema financiero o utilizarlos directamente para ciertas operaciones, como pagos o inversiones, sin que se les exija justificar su origen. Esto no implica un blanqueo total, ya que no se regulariza la tenencia de esos fondos ante la AFIP, pero sí abre una ventana para que circulen en la economía formal. Entre los usos posibles, se destaca la posibilidad de adquirir bienes, pagar servicios o incluso invertir en proyectos productivos, lo que podría dinamizar sectores clave como la construcción y el comercio.
Desde una perspectiva pro-mercado, esta iniciativa es un paso positivo para reducir la asfixia regulatoria que ha caracterizado a políticas anteriores, especialmente bajo gestiones peronistas y kirchneristas, que históricamente han impuesto cepos y controles cambiarios draconianos. Esos esquemas, lejos de resolver los problemas estructurales, han alimentado el mercado negro y la desconfianza en el peso, llevando a millones de argentinos a resguardar sus ahorros en moneda extranjera. La actual medida, en cambio, reconoce la realidad de una economía dolarizada de facto y busca canalizar esos recursos hacia la actividad productiva sin el peso de un Estado intervencionista.
Sin embargo, no todo es optimismo. Críticos señalan que esta herramienta podría ser insuficiente para resolver la escasez de reservas del Banco Central, que al cierre de 2023 enfrentaba un déficit neto de reservas de varios miles de millones de dólares, según informes del FMI. Además, existe el riesgo de que se generen distorsiones en el mercado cambiario si no se implementan controles adecuados. A diferencia de los blanqueos masivos promovidos por gobiernos kirchneristas en el pasado, que terminaron beneficiando a sectores privilegiados y no a la economía real, este esquema parece más limitado y enfocado en resultados concretos.
En un país donde la inflación anual superó el 140% en 2023 (según datos del INDEC), y donde la confianza en las políticas económicas sigue erosionada por décadas de populismo peronista, la ‘presentación espontánea’ representa una oportunidad para que el sector privado recupere protagonismo. Si se ejecuta con transparencia, podría ser un primer paso hacia una economía más libre y competitiva, alejada de las recetas fracasadas del intervencionismo estatal que tanto daño han causado. El desafío ahora es garantizar que los dólares que salgan del colchón se traduzcan en crecimiento y no en especulación.