Marcel Ciolacu, primer ministro de Rumania, dimitió tras el fracaso de su coalición en las elecciones presidenciales del 24 de noviembre de 2024. El revés ante la extrema derecha, liderada por Calin Georgescu, ha generado incertidumbre política en el país. El ministro del Interior, Catalin Predoiu, asumirá interinamente el cargo mientras se define el futuro del Gobierno.
El primer ministro de Rumania, Marcel Ciolacu, anunció su renuncia el pasado 25 de noviembre de 2024, un día después de que su coalición de Gobierno, formada por el Partido Socialdemócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL), sufriera una contundente derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el 24 de noviembre. Este revés electoral ha sacudido el panorama político del país, abriendo un periodo de incertidumbre en un contexto ya marcado por tensiones internas y el ascenso de la extrema derecha.
Ciolacu, quien asumió el cargo en junio de 2023, expresó que su decisión responde a la necesidad de asumir responsabilidad por los resultados obtenidos, que no lograron posicionar a un candidato de la coalición en la segunda vuelta. En su lugar, el independiente Calin Georgescu, un candidato de extrema derecha con posturas soberanistas y críticas a la integración europea, emergió como una figura dominante, captando un importante apoyo popular con un discurso nacionalista que ha resonado entre sectores descontentos con el establishment político. Georgescu, quien ha sido vinculado a ideas cercanas al trumpismo, competirá en la segunda vuelta programada para el 8 de diciembre de 2024 contra Elena Lasconi, del partido reformista USR.
La dimisión de Ciolacu no solo refleja el fracaso de la coalición gobernante en movilizar a su electorado, sino también las profundas divisiones sociales y políticas en Rumania, un país miembro de la Unión Europea desde 2007. La creciente influencia de movimientos de extrema derecha, que abogan por políticas antiinmigración y un rechazo a las directrices de Bruselas, plantea un desafío para el futuro del país en el bloque comunitario. Según datos del Banco Mundial, Rumania ha experimentado un crecimiento económico sostenido en las últimas décadas, con un PIB per cápita que alcanzó los 15,000 dólares en 2023, pero las desigualdades regionales y la percepción de corrupción en las élites políticas han alimentado el descontento popular.
Tras la renuncia, el presidente Klaus Iohannis, cuyo mandato finaliza en diciembre de 2024, designó al ministro del Interior, Catalin Predoiu, como primer ministro interino. Predoiu, miembro del PNL, tendrá la tarea de mantener la estabilidad del Gobierno mientras se negocian nuevas alianzas o se convoca a elecciones anticipadas, una posibilidad que no ha sido descartada. Este cambio llega en un momento crítico, ya que el país también enfrenta elecciones parlamentarias el 1 de diciembre de 2024, lo que podría reconfigurar aún más el equilibrio de poder.
El ascenso de figuras como Georgescu ha generado preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Analistas políticos advierten que una victoria de la extrema derecha podría significar un giro hacia políticas más aislacionistas, afectando las relaciones de Rumania con la Unión Europea y la OTAN, de la que también es miembro desde 2004. Mientras tanto, la ciudadanía rumana se encuentra ante una encrucijada: elegir entre un rumbo europeísta o un soberanismo que promete cambios radicales pero con riesgos significativos para la estabilidad del país.