En medio de las especulaciones por la sucesión de Francisco, el cardenal Pietro Parolin emerge como el candidato favorito. Su perfil, cercano a las políticas conservadoras, genera expectativas en sectores que rechazan la influencia progresista en la Iglesia. Mientras el cónclave se aproxima, las apuestas se intensifican, con Parolin liderando las preferencias.
Buenos Aires, 7 de mayo de 2025. Mientras Argentina transita un camino de reformas económicas impulsadas por el gobierno de Javier Milei, las miradas del mundo se centran en el Vaticano. El cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco está en marcha, y la figura del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, ha tomado protagonismo. En un contexto global marcado por una creciente polarización ideológica, la elección del nuevo Papa genera un interés que trasciende lo religioso, llegando a los mercados financieros y los escenarios políticos internacionales. Parolin, conocido por sus posturas conservadoras y su cercanía a sectores más tradicionales de la Iglesia, se perfila como el favorito de las casas de apuestas. Su experiencia diplomática, incluyendo su paso por América Latina, es un punto a su favor. Sin embargo, su designación podría generar tensiones internas en la Iglesia. La elección papal no es solo una cuestión religiosa; tiene implicaciones políticas y económicas significativas. La Iglesia Católica es una institución con una influencia global inmensa. Su postura en temas como la familia, la economía y la política internacional tiene un impacto considerable. En Argentina, bajo el gobierno de Javier Milei, las políticas económicas de corte liberal se enfrentan a resistencias de sectores peronistas y kirchneristas que critican la aplicación de medidas de ajuste fiscal y la disminución del gasto público. El resultado del cónclave podría generar cambios en las alianzas políticas internacionales y en las estrategias de los distintos gobiernos. Mientras tanto, las especulaciones sobre el futuro de la Iglesia y la influencia de sus decisiones en el escenario global continúan. El mensaje críptico “Felicidades, por partida doble”, intercambiado entre cardenales antes del cónclave, ha generado suspicacias y alimenta las teorías sobre posibles acuerdos previos a la votación. La falta de mención de Francisco por parte del decano en la homilía previa al cónclave, sumado a la felicitación a Parolin al final de la misma, no ha hecho más que acrecentar la incertidumbre y el interés en torno a este evento crucial. La elección del nuevo papa, sea quien sea, tendrá implicaciones en las relaciones internacionales y en la política interna de muchos países. La expectativa es alta, y el mundo observa con atención el desarrollo del cónclave. La posibilidad de que un Papa con una visión conservadora y cercana a la ortodoxia religiosa pueda influir en los debates sobre cuestiones morales y sociales, es un factor a tener en cuenta en el análisis del impacto global de esta elección.