En el último año, los precios de los servicios han subido a un ritmo superior al de los bienes, impulsados por la demanda, los costos de energía y regulaciones de precios mínimos. La economía argentina observa señales de desaceleración que podrían materializarse en la primera mitad de 2026.
Según los últimos datos del INDEC, la inflación total en agosto 2025 se registró en 6,5 % anual, con una división clara entre dos sectores fundamentales. Los precios de los servicios aumentaron 7,8 % respecto al mismo mes del año anterior, mientras que la cartera de bienes creció 3,2 %.
Esta disparidad se explica, en primer lugar, por el incremento de los costos de energía que afectan directamente a los servicios de transporte y comunicación. En segundo lugar, las legislaciones que establecen precios mínimos en sectores clave como el alquiler y el agua elevan los precios de manera artificial. Por último, la mayor elasticidad de la demanda de servicios personalizados y de ocio impulsa su velocidad de ajuste.
El Banco Central de la República Argentina, en su última reunión de política monetaria, indicó que sus tasas de interés se mantendrán en el rango del 19 % para controlar la presión inflacionaria sobre los servicios. Con la expectativa de que el ajuste de precios mínimos se extienda a más categorías en 2026, analistas anticipan que la inflación de servicios comenzará a desacelerar en el segundo trimestre de ese año.
El sector de bienes, por su parte, se beneficia de un mayor control de costos y de una menor exposición a las fluctuaciones de energía, lo que explica su descenso más lento en la tasa de inflación. La combinación de ambas dinámicas sugiere que la inflación general podría estabilizarse en torno al 4 % anual antes de fin 2026, siempre y cuando el BCRA mantenga su postura de rigor monetario.