Entre la actividad física, la estimulación cognitiva y la conexión social, se encuentran los pilares más efectivos para proteger el cerebro y frenar el desarrollo del Alzheimer. Un análisis de Infobae presenta evidencia científica que respalda estos hábitos como aliados esenciales para una vida más saludable.
Desde la recomendación oficial de la OMS de una dieta baja en sodio y el aumento regular de la actividad física, hasta el valor de mantenerse cognitivamente activos aprendiendo nuevas habilidades, la prevención del Alzheimer se apoya en decisiones de estilo de vida cotidianas. El estudio de 2023 de la Universidad de Harvard mostró que adultos que integran al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico diarios, junto con interacción social semanal y participación en actividades mentales (lectura, juegos de lógica, clases de idioma), presentan una reducción del 20 % en el riesgo de desarrollar la enfermedad.
La hipertensión es el factor cardiovascular de mayor impacto sobre el Alzheimer, con más de 1 400 millones de adultos alrededor del mundo afectados según datos de la OMS publicados en 2019. Reducir la ingesta de sal en 5 gramos al día se traduce en una caída de la presión arterial de aproximadamente 5 mmHg, lo que contribuye a disminuir el riesgo de deterioro cognitivo.
Además, el contacto social no solo alimenta el bienestar emocional; investigaciones de la Universidad de Stanford indican que el mantener relaciones activas y estrechas puede reducir hasta un 25 % la incidencia de deterioro cognitivo en personas mayores de 60 años. La estimulación cerebral se sustenta en la neuroplasticidad: nuevas experiencias, retos mentales y la resolución de problemas estimulan el crecimiento de nuevas sinapsis, reforzando la resistencia cerebral.
Los especialistas, entre los que se incluyen neurólogos de la Clínica Mayo y de la Universidad de Barcelona, coinciden en que la combinación de estos tres pilares produce un efecto sinérgico que potencia la protección del cerebro. Infobae destaca la importancia de adoptar de forma constante estas prácticas, describiendo el riesgo de demencia como algo factible de minimizar con decisiones simples y alcanzables.