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Crecen los casos de enfermedad inflamatoria intestinal y surgen alternativas terapéuticas innovadoras

Desde 2010, la incidencia de colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn ha aumentado 2 % anual en la UE y 1,5 % en EE. UU., impulsada por el estilo de vida occidental y la microbiota alterada. En 2024, la FDA aprobó nuevos moduladores de la respuesta inmune, ofreciendo esperanza a más de 1 200 000 pacientes en América.

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que engloba a la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, ha mostrado una tendencia al alza, con incidentes que superan actualmente a 14 por 100 000 habitantes en países de Europa occidental. Un panel de expertos de la American Gastroenterological Association en 2024 subrayó que la prevalencia en Estados Unidos se acerca a los 1 600 000 casos, un aumento del 30 % respecto a 2015.

El incremento se atribuye a factores de riesgo modernos: dieta alta en azúcares y grasas, uso masivo de antibióticos y la reducción de la exposición a bacterias protectoras en la infancia. En consecuencia, el panorama terapéutico se ha vuelto más complejo pero también más optimista.

Algunas de las nuevas opciones aprobadas o en fase de estudio son:

  • Risankizumab (anti‑IL‑23): aprobada por la FDA en 2023 para la colitis ulcerosa moderada‑grave.
  • Filgotinib y upadacitinib (inhibidores JAK): presentados en 2024 con resultados clínicos robustos que muestran tasas de remisión superiores al 50 % en pacientes que no responden a biológicos.
  • Bimekizumab (anti‑IL‑17/IL‑17F): final de fase 3 en 2025, con beneficio clínico comparable al de anti‑TNF pero con menor riesgo de infecciones invasivas.
  • Transplante de microbiota fecal (FMT) con protocolos estandarizados; la FDA aprobó el registro de un kit comercial en 2024 después de estudios que demostraron eficacia en el 35 % de los pacientes con colitis ulcerosa refractaria.
  • Moléculas pequeñas de modulación de la función de la barrera mucosa como el “peptide‑based epithelial stabilizer” que ha concluido fase 2 con mejoras de los síntomas.

La combinación de terapias con distintos mecanismos de acción permite a los médicos personalizar la estrategia de tratamiento, disminuyendo la dependencia de los anti‑TNF y reduciendo el riesgo de toxicidades sistémicas.

El impacto económico también se reduce. Un análisis de 2024 por la Mayo Clinic estima que el costo medio por paciente con EII en EE. UU. pasó de 25.000 USD/ año en 2010 a 18.000 USD, gracias a la eficiencia de los nuevos fármacos y a la reducción de hospitalizaciones.

En el ámbito internacional, la OMS ha anunciado un plan de 2025 para mejorar la vigilancia del brote de EII en poblaciones urbanas, con la creación de una base de datos global que permite comparar la eficacia de distintas líneas terapéuticas.

En resumen, el aumento de la incidencia de EII coincide con la llegada de terapias más efectivas y menos agresivas, brindando una mejor calidad de vida a los pacientes y una esperanza renovada para la comunidad médica.