El consumo masivo de proteínas en polvo, sus barras y batidos ha llegado a la adolescencia, generando preocupaciones entre profesionales de la salud. Estudios recientes indican que el exceso puede alterar el microbioma intestinal y predispone a problemas de salud que perdurarían en la adultez. La prevención se vuelve esencial.
Introducción
El consumo de suplementos de proteína, barras de proteína y batidos se ha popularizado entre jóvenes que buscan mejorar su rendimiento y aspecto físico. Sin embargo, el aumento de la ingesta de proteína en forma procesada plantea interrogantes sobre los efectos a largo plazo en el intestino y la salud de los adolescentes.
Consumo creciente
En los últimos años, la publicidad dirigida a deportistas y a la comunidad adolescente ha impulsado el uso de estos productos. Si bien la proteína es un nutriente esencial, el exceso, especialmente cuando proviene de fuentes procesadas, puede superar la ingesta recomendada.
Recomendaciones de organismos de salud
La American College of Sports Medicine y la FAO sugieren que los adolescentes que realizan actividad física intensa consuman entre 1.2 y 2.0 g de proteína por kilogramo de peso corporal al día, siempre priorizando alimentos naturales. Los suplementos deben considerarse solo cuando la dieta no cubre esas necesidades.
Efectos en la microbiota
Investigaciones en animales y humanos han mostrado que una ingesta elevada de proteína en polvo puede disminuir la diversidad bacteriana gastrointestinal. Se observa un aumento de bacterias perjudiciales, mientras que las poblaciones beneficiosas, como Bifidobacterium, pueden reducirse, lo que se vincula a una mayor susceptibilidad a la inflamación intestinal.
Riesgos para la salud a largo plazo
El exceso de proteína, en particular de origen animal, aumenta la excreción de calcio, lo que a largo plazo puede afectar la densidad ósea. Asimismo, las cantidades superiores a las recomendadas sobrecargan los riñones en etapas de crecimiento y pueden desencadenar desequilibrios electrolíticos.
Recomendaciones prácticas
1. Priorizar alimentos ricos en proteína completa: carne magra, pescado, huevos y legumbres.
2. Mantener una ingesta de fibra de 25 – 30 g/día para favorecer el microbioma.
3. Revisar la composición de suplementos: evitar azúcares añadidos y edulcorantes artificiales que alteran la flora intestinal.
4. Consultar a un profesional de la salud o a un nutricionista deportivo antes de iniciar cualquier suplementación.
Conclusiones
El uso indiscriminado de batidos, suplementos y barras de proteína puede tener repercusiones negativas en la salud intestinal y en la salud general de los adolescentes. Una dieta equilibrada y la guía de expertos son clave para asegurar un desarrollo a largo plazo saludable.