Como si tuvieras suficiente drama natural, la Tierra ha decidido jugar al juego de ‘bolsitas magnéticas’. El 14 y 15 de octubre una abolladura invisible sobre el Atlántico sur se deslizó sobre Argentina amenazando satélites y poniendo a la NASA en estado de alerta Con la misma emoción que una maratón de telenovelas, expertos afirman que la expansión del Anomalía del Atlántico Norte corre peligro de poner a todos los comunicadores en apuros
En la madrugada del 14 de octubre 2025 un aumento inesperado del viento solar se sintió en los radios de antenas de comunicaciones en Argentina. Los satélites de la misión Swarm de la ESA registraron una caída de 20 nanotesla en la intensidad magnética sobre la zona de la Anomalía del Atlántico Sur. Esta zona, ya conocida por ser una región de la corteza con menor campo magnético, se vio profundizada por la nueva corriente solar y se proyecta que su borde interno se ha desplazado 25 kilómetros hacia dentro del territorio argentino. La abolladura magnética hace que las partículas de radiación se acumulen y puedan dañar los paneles solares y la electrónica de los satélites en órbita baja. La NASA, a través de su Centro de Predicción de Clima Espacial, emitió una alerta de nivel C indicando la posibilidad de interferencias graves para satélites comerciales. Según expertos de la CONAE y del Centro de Predicción de Clima Espacial de la NASA, la expansión de la Anomalía es un proceso natural que varía cada década. Estudios recientes de la misión Swarm demuestran que el campo magnético que protege a la Tierra ha perdido, en promedio, un 1.5% de su fuerza desde 2015. La situación ha provocado en la Argentina una pérdida temporal de señal en algunas torres de telefonía móvil y en la cobertura GPS de los aviones que operan en la región. La CONAE trabaja conjuntamente con la NASA y el gobierno argentino para enviar órdenes de mantenimiento a los satélites afectados y revisar los protocolos de seguridad de las redes de telecomunicaciones. En la historia reciente, la última gran tormenta geomagnética de esta magnitud ocurrió en 1998, cuando la Anomalía se desplazó un 3% de su tamaño, sin causar daños mayores a la infraestructura terrestre. Este evento de 2025, aunque no comparable en magnitud, es una advertencia de que las condiciones de la corteza terrestre pueden cambiar más rápidamente de lo que se esperaría. Se recomienda a los operadores de satélites y a las compañías de telecomunicaciones revisar los niveles de radiación en la zona del Atlántico Sur y actualizar los planes de contingencia. Con este conocimiento cada vez mayor, los científicos esperan que la próxima década sea un periodo de mayor investigación en el comportamiento del núcleo de la Tierra y su influencia en los fenómenos naturales. Los efectos de la abolladura magnética, aunque curiosos, no son motivo de alarma inmediata, pero sí demuestran cuán delicado es nuestro equilibrio con el clima espacial.