El 15 de octubre, la guerra se volvió aún más ardiendo cuando Ucrania atacó una terminal petrolera rusa en Crimea, desencadenando un incendio enorme en un punto militar crítico. Al mismo tiempo, el ex‑presidente Trump anunció que verá a Zelenski este viernes, y rumor dice que Erdogan podría intervenir… la trama se espesa en más de un escenario.
El 15 de octubre de 2025, la guerra en el Báltico y el este de Europa se pintó más fuego cuando las fuerzas ucranianas lanzaron una serie de drones de corto alcance, de la gama Shahed‑136, contra la terminal petrolera de la industria rusa situada en Crimea. El impacto de los explosivos provocó un incendio que se extendió a lo largo de la planta y a una zona militar clave de la península. Según las autoridades rusas, el incendio quemó más de 200 metros de la infraestructura y dejó a los equipos de defensa rusos en alerta máxima. Se trata del tercer ataque a la terminal en tan solo dos semanas, una demostración de que la guerra continúa fuera de los frentes visibles.
Mientras la nieve sigue cubriendo las calles de Simferopol, en Washington se hace eco de la misma acción: el ex presidente Donald Trump, que sigue activo en la vida política, confirmó el lunes que visitará a la presidente del Estado de Ucrania, Volodymyr Zelenski, el viernes 20 de octubre. Trump afirmó que la reunión será una oportunidad para discutir “los últimos avances en la seguridad regional” y anunció que mantendrá contacto con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien se ha manifestado en varios momentos por la necesidad de un diálogo de paz. El diplomático turco, que ha sido clave en iniciativas de mediación en el pasado, podría ejercer su influencia para acelerar un posible cese de hostilidades.
Los expertos en geopolítica resaltan que la sincronía entre los ataques militares y la agenda diplomática de los ex‑líderes mundiales añade capas de complejidad a la crisis. Si bien el fuego en Crimea sigue siendo el foco, las conversaciones en la Casa Blanca y en Ankara parecen prepararse para que los actores internacionales busquen una salida al conflicto que, para ahora, apenas se ve apretada como un viejo carrete de cinta de vídeo que gira sin parar.