El hombre de la voz de alta y la política del ‘no’ ha decidido poner a prueba la resistencia de la provincia de Buenos Aires en una campaña épica que promete más gasolina para el motor que por la política tradicional. En la última semana de campaña, el candidato se ha trasladado a caceroles de la provincia con la intención de cerrar la brecha empobrecida con el kirchnerismo.
Milei, el hombre de la voz de alta y la política del ‘no’, ha decidido poner a prueba la resistencia de la provincia de Buenos Aires en una campaña épica que promete más gasolina para el motor que por la política tradicional. En la última semana de campaña, el candidato se ha trasladado a caceroles de la provincia con la intención de cerrar la brecha empobrecida con el kirchnerismo. Su itinerario incluye stops en la zona metropolitana, el conurbano y la región norte. Al mismo tiempo, el Ministerio de Hacienda se ha puesto a la tarea de revisar a los propios funcionarios de su campaña, una especie de “fiscalización interna” que suena más a una película de espías que a una auditoría. Para llevar su discurso al máximo nivel de drama, Milei no ha dejado de usar a Donald Trump como compañero de rodeo, subiendo a la plataforma política un banner que hace eco a la famosa banderilla que una vez levantó el expresidente norteamericano. Las fotos del evento han circulado por redes con una mezcla de risas y reproes, y el propio Milei parece haber descubierto que la palabra ‘influencia washingtoniana’ puede ser una forma elegante de decir ‘españa de la izquierda’ en la política argentina. Casi a la par, el entonces Gobierno federal ha intentado contener lo que llaman el ‘efecto Washington’, una campaña que intenta neutralizar la presencia de los valores de la Unión Americana en lo que se percibe como el último tramo de la carrera electoral. Entre la confusión generada, los medios han señalado cómo la fuerza de la campaña del presidente se ha vuelto tan visible como la de Milei en las calles abiertas de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la verdadera sensación de la noche es que Milei está decidido a organizar ‘raids’ por el conurbano y las provincias, donde los candidatos locales se alinean con la estrategia de su líder. El objetivo? Construir una red de apoyo masiva antes de que las elecciones finales se acerquen, y lo hace con la misma energía que cuando un coche de alta velocidad cruza la línea final. Por último, el presidente ha retomado el terreno firme del norte del país en una última maniobra de campaña, con un discurso que intenta alzar la moral de los votantes y recordarle a la gente la amenaza de la izquierda que él percibe, todo ello bajo la luz de las farolas de la frontera.