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Uruguay aprueba la eutanasia, el mundo se pregunta: ¿qué sigue?

Con un clímax legal que nos hace temblar (y, quizás, sonrojar a los abogados), Uruguay hizo historia el 15 de octubre de 2025 al aprobar la Ley de Muerte Digna, la primera eutanasia en América Latina. La medida, impulsada por el Frente Amplio y sancionada por el Senado, abre un debate sin precedentes sobre autonomía, ética y la eterna cuestión de cuándo deberíamos dejar de ser tan dramáticos.

El pasado 15 de octubre de 2025, el Senado uruguayo dio su visto bueno a lo que se ha declarado la primera Ley de eutanasia en Latinoamérica, oficialmente denominada Ley de Muerte Digna. Impulsada y aprobada por la bancada del Frente Amplio, la medida permite que adultos con enfermedades terminales o sufrimiento intolerable soliciten el fallecimiento asistido, siempre bajo la supervisión de un equipo médico que realice un análisis clínico, psicológico y legal; una decisión no se toma por mera impulsiva decisión médica. Con esta norma Uruguay se une a la lista de jurisdicciones pioneras, entre ellas Canadá, Holanda y la Alemania de Berlín. Mientras el mundo observa la transición de la legalidad a la práctica, la ciudadanía uruguaya se divide: algunos celebran lo que perciben como un avance en autonomía y respeto a la dignidad humana, y otros muestran reservas sobre la posible expansión de la práctica. En las redes sociales, los hashtags #DerechoALasEscapatorias y #MuerteConHonor se vuelven virales, aunque la prensa todavía debate sobre los límites éticos y los mecanismos de supervisión. Las autoridades anunciaron que la ley entrará en vigor en un plazo de seis meses, y que se establecerá un órgano de control que se encargará de revisar cada caso y garantizar que todos los requisitos se cumplan de manera rigurosa. En el ámbito internacional, el Centro Internacional de Derechos Humanos ha declarado que Uruguay ahora cuenta con el primer marco legal para la eutanasia en el continente, señalando que se trata de un hito que podría servir de referencia para otras democracias latinoamericanas que buscan modernizar su legislación sobre fin de vida. Al mismo tiempo, expertos en bioética comentan en foros que la aprobación de la legislación refleja un mayor reconocimiento de la autonomía del paciente, pero también plantea la necesidad de mejorar la palliative care y fortalecer los servicios de atención de final de vida. A nivel social, la oposición política ha lanzado una campaña de clarines que enfatiza la importancia de proteger a los más vulnerables y la posibilidad de mal usos de la ley. Con la polémica a la vuelta de la esquina, las autoridades uruguayas se encuentran con la difícil tarea de equilibrar la protección individual con la responsabilidad colectiva, y el país, que ya se llama por sus políticas progresistas en materia de drogas, matrimonio igualitario y educación, ahora debe demostrar que puede manejar la nueva normativa sin perder su reputación como pionera en derechos humanos.