El pasado miércoles 19 de octubre de 2025 Israel lanzó intensos bombardeos sobre el sur de la Franja de Gaza tras reportar un ataque de Hamas en Rafáh, provocando decenas de muertos y poniendo en riesgo el delicado proceso de paz en Oriente Medio.
Evento detonante y respuesta militar
En la madrugada del 19 de octubre de 2025, fuerzas israelíes afirmaron haber sido blanco de un ataque con cohetes lanzado por militantes de Hamas desde la zona de Rafáh, en el extremo sur de la Franja de Gaza. Como represalia, el ejército israelí llevó a cabo una serie de bombardeos aéreos sobre varios puntos estratégicos del sur de Gaza, incluyendo instalaciones que, según declaraciones oficiales, estaban vinculadas a infraestructura militar de Hamas.
Impacto humanitario
Los bombardeos dejaron al menos 45 personas fallecidas y decenas de heridos, según reportes de organizaciones locales y del periódico Perfil. La población civil, ya agobiada por la escasez de alimentos y medicinas, enfrentó nuevamente la destrucción de viviendas y la interrupción de los servicios básicos.
Reacción internacional y riesgo para el proceso de paz
El incidente generó una fuerte condena de la comunidad internacional. Naciones Unidas instó a ambas partes a evitar una escalada y recordó la importancia del acuerdo de cesación de hostilidades firmado a principios de 2025, que había permitido la reanudación parcial de la ayuda humanitaria. Analistas políticos advierten que este nuevo episodio podría desestabilizar los avances hacia un acuerdo de paz más amplio en la región.
Reapertura de corredores humanitarios
En medio de la tensión, el gobierno israelí anunció la reanudación del ingreso de ayuda humanitaria a Gaza, alegando que el cese de los combates con Hamas había sido confirmado y que los corredores de suministro volverían a operar bajo vigilancia internacional.
Contexto histórico
Desde el conflicto de 2023, Israel y Hamas habían mantenido varios intentos de tregua, con la más reciente lograda en enero de 2025. Sin embargo, los enfrentamientos esporádicos y los reclamos territoriales siguen alimentando una atmósfera de incertidumbre que dificulta cualquier negociación duradera.