El estilo de vida sedentario no solo afecta la figura, también acelera el envejecimiento cerebral. Estudios recientes revelan que la falta de movimiento reduce el volumen del cerebro, deteriora la memoria y aumenta el riesgo de demencia. Conocer las consecuencias y adoptar hábitos activos puede proteger la salud cognitiva a cualquier edad.
Impacto del sedentarismo en el cerebro
Numerosos trabajos científicos publicados en revistas de alto impacto, como Neurology (2023) y JAMA Neurology (2022), demuestran que pasar largas horas sentado está directamente asociado a una disminución del volumen cerebral y a un deterioro cognitivo acelerado.
Reducción de volumen cerebral
En una muestra de más de 5.000 adultos entre 40 y 75 años, aquellos que permanecían sentados más de 8 horas al día presentaron, en promedio, un 2 % menos de volumen total del cerebro que sus pares que realizaban al menos 150 minutos de ejercicio moderado semanal. La zona más afectada es el hipocampo, región clave para la formación de recuerdos.
Aumento del riesgo de demencia y deterioro cognitivo
Un meta‑análisis de 19 estudios longitudinales (más de 1,2 millones de personas) publicado en The Lancet (2021) informó que quienes hacen menos de 30 minutos de actividad física semanal tienen hasta un 30 % más de probabilidad de desarrollar demencia en comparación con los más activos.
Consecuencias en la vida cotidiana
- Atrofia del hipocampo → dificultad para recordar nombres y eventos recientes.
- Disminución de la velocidad de procesamiento mental → mayor tiempo para realizar tareas que antes resultaban simples.
- Incremento de la ansiedad y la depresión, agravadas por la falta de interacción física.
Cómo contrarrestar los efectos del sedentarismo
Los expertos recomiendan integrar al menos 30 minutos de actividad física moderada (caminar, bailar, bicicleta) en la rutina diaria. Estudios de la Universidad de Cambridge (2022) muestran que caminar 30 minutos al día mejora la conectividad del hipocampo y puede reducir la pérdida de memoria en torno al 15 %.
Además, romper los períodos prolongados de inactividad es clave: levantarse y moverse cada 60 minutos ayuda a mantener la circulación sanguínea y a estimular la neurogénesis.
Conclusión
El sedentarismo es un factor modificable que acelera el envejecimiento cerebral. Adoptar hábitos activos, aunque sean breves, protege la memoria y la salud cognitiva, favoreciendo una vida más plena y productiva.