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El preservativo femenino: cómo actúa y por qué potencia la autonomía sexual

El preservativo vaginal, también llamado condón femenino, es una barrera de poliuretano o nitrilo que la mujer inserta por sí misma para protegerse contra embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Con una eficacia de 79 a 95 por ciento y disponible desde 1993, este método brinda mayor control y empodera la salud sexual femenina.

¿Qué es el preservativo femenino?

El preservativo vaginal es una funda delgada de poliuretano o nitrilo que se coloca dentro de la vagina antes de la relación sexual. Posee un anillo flexible en cada extremo: uno se inserta en la vagina y el otro queda fuera, cubriendo parte de la vulva.

¿Cómo funciona?

El dispositivo crea una barrera física que evita que el esperma y los fluidos corporales entren en contacto con el cuello uterino. Su diseño permite la lubricación natural y el flujo de los fluidos femeninos, lo que lo hace cómodo para la mayoría de las usuarias.

Eficacia y seguridad

Según la Organización Mundial de la Salud, la eficacia típica del preservativo femenino oscila entre el 79 y el 95 por ciento para la prevención del embarazo, comparándose con la del condón masculino. Además, protege contra el VIH y otras infecciones de transmisión sexual con una efectividad similar a la de los condones masculinos.

Historia y disponibilidad

El primer modelo, llamado FC1, obtuvo la aprobación de la FDA en 1993. En 2005 se lanzó la segunda generación, FC2, fabricada en nitrilo, lo que redujo su costo y mejoró la accesibilidad. Desde entonces, el UNFPA ha distribuido más de 30 millones de unidades en todo el mundo, concentrándose en regiones con alta prevalencia de VIH.

Ventajas para la autonomía sexual

Al ser controlado por la mujer, el preservativo femenino elimina la dependencia del consentimiento del compañero para usar protección. Estudios de la Universidad de Michigan (2022) mostraron que el 68 % de las mujeres que lo utilizan lo perciben como una herramienta que fortalece su capacidad de decidir sobre su salud sexual.

Desafíos y perspectivas

Aunque su efectividad está demostrada, sigue existiendo una barrera cultural y de conocimiento. En América Latina, solo el 5 % de las mujeres reporta haberlo usado alguna vez, según datos del Ministerio de Salud de Argentina (2024). Campañas de educación sexual en escuelas y centros de salud buscan revertir esta tendencia y promover su uso como parte de la planificación familiar integral.