La Agencia Espacial Europea (ESA) aprobó este año su proyecto más ambicioso: una nave que viajará a Encelado, la lunita helada de Saturno, para investigar su subsuperficie oceánica. Con un lanzamiento previsto para la década del 2030, la misión combinará avanzados espectrómetros, radar de penetración y cámaras de alta resolución, buscando signos de vida en uno de los cuerpos más prometedores del Sistema Solar.
Objetivo de la misión
Encelado (también llamado Encélado) es una de las 82 lunas de Saturno, descubierta en 1789 por William Herschel. Con un diámetro de apenas 504 km y una superficie cubierta de hielo de agua, este satélite ha sorprendido a la comunidad científica desde 2005, cuando la sonda Cassini detectó géiseres de vapor y partículas de hielo expulsados del polo sur. Estos chorros contienen agua, sales y compuestos orgánicos, indicando la presencia de un océano interno probablemente en contacto con un lecho rocoso caliente.
La misión europea
Tras una competitiva fase de estudio de viabilidad, la ESA seleccionó en junio de 2024 el concepto “Enceladus Explorer” dentro del programa Cosmic Vision 2025‑2035. La nave, apodada “Enceladus”, está diseñada para lanzar en 2032 mediante un cohete Ariane 6, alcanzar Saturno en aproximadamente 7 años y entrar en órbita alrededor de Encelado alrededor de 2039. El costo total se estima en 2.5 mil millones de euros, financiados por los Estados miembros de la ESA y colaboraciones internacionales.
Instrumentación científica
La carga útil incluye:
- Mass Spectrometer for Organic and Inorganic Chemistry (MOSAIC): analiza la composición de los chorros en busca de moléculas pre‑biológicas.
- Ice‑Penetrating Radar (IPR): mapea la estructura del hielo y determina la profundidad exacta del océano.
- High‑Resolution Camera (HRC): captura imágenes de la superficie y de los géiseres con detalle sub‑metro.
- Thermal Imager (TI): detecta fuentes de calor que podrían indicar actividad hidrotermal.
Contexto científico y expectativas
Los datos obtenidos por Cassini mostraron que el agua expulsada contiene moléculas de metano, amoníaco y compuestos orgánicos complejos. Además, la detección de sílice sugiere que el océano subterráneo podría estar en contacto con rocas calientes, creando un entorno propicio para procesos bioquímicos similares a los de los respiraderos hidrotermales de la Tierra. La misión europea busca confirmar o descartar la habitabilidad del océano y, potencialmente, hallar señales químicas de vida microbiana.
Impacto y colaboración internacional
El proyecto cuenta con la participación de institutos de investigación de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, así como con aportes de la NASA y la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) en instrumentos complementarios. Esta cooperación refuerza la posición de la ESA como motor de exploración profunda del Sistema Solar y promueve la ciencia abierta mediante la publicación anticipada de los datos en repositorios públicos.
Próximos pasos
Durante los próximos dos años se completará la fase de diseño detallado y se iniciarán pruebas de los sistemas críticos de la nave, como la navegación autónoma y el manejo de la radiación espacial. La comunidad científica espera con entusiasmo la oportunidad de planificar experimentos in situ y de preparar futuras misiones de descenso que podrían recoger muestras directamente del océano bajo el hielo.