Un análisis profundo muestra cómo la destitución del dictador panameño Manuel Noriega en 1989 sigue influyendo en la estrategia de Donald Trump para presionar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, desde la imposición de sanciones hasta el reconocimiento del opositor Juan Guaidó.
Antecedentes: la caída de Manuel Noriega
El 20 de diciembre de 1989 el ejército de los Estados Unidos lanzó la Operación Causa Justa, que culminó con la captura y destitución del líder militar panameño Manuel Noriega. Noriega había sido acusado de narcotráfico, corrupción y violaciones a los derechos humanos. Su caída marcó el fin de una dictadura que había mantenido estrechos vínculos con la política estadounidense.
Política de Donald Trump hacia Venezuela
Durante su mandato (2017‑2021), el expresidente Donald Trump adoptó una postura firme contra el gobierno de Nicolás Maduro. Los hitos más relevantes incluyen:
- El 21 de enero de 2019 cuando Trump reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
- El endurecimiento de sanciones económicas, especialmente sobre el sector petrolero, mediante la orden ejecutiva EO 13808 (enero 2019).
- Apoyo logístico y diplomático a la oposición venezolana, incluida la presión sobre aliados de Maduro en la región.
Conexiones entre ambos episodios
Los analistas señalan que la experiencia estadounidense con Noriega sirvió como referencia estratégica para Trump. Dos paralelismos destacan:
- Uso de la presión económica: al igual que la captura de Noriega se apoyó en sanciones y bloqueos financieros, la administración Trump utilizó sanciones multilaterales para debilitar la economía venezolana.
- Apoyo a fuerzas opositoras: la política de EE. UU. en Panamá incluyó el respaldo a grupos civiles y militares anti‑Noriega; de forma similar, Trump impulsó la legitimidad internacional de Guaidó y sus aliados.
Conclusiones
La destitución de Noriega no solo marcó el fin de una era en Panamá, sino que dejó una hoja de ruta que influyó en la manera en que EE. UU., bajo Trump, abordó la crisis venezolana. La combinación de sanciones económicas, presión diplomática y apoyo a la oposición revela una continuidad en la política estadounidense de enfrentar dictaduras mediante estrategias de aislamiento y delegitimación.