Científicos de la NASA y la Universidad de Costa Rica estudian el volcán Poás, cuyas condiciones extremas replican las de la antigua Marte. Este laboratorio natural permite analizar minerales, gases y microbios que podrían revelar si el planeta rojo albergó vida hace miles de millones de años.
Un volcán como espejo de Marte
El volcán Poás, situado en el centro de Costa Rica, alberga lagos ácidos, fumarolas y una abundancia de minerales sulfatos que se asemejan a los hallazgos de misiones rover en el cráter Jezero. Por esa razón, el parque nacional que lo protege se ha convertido en un auténtico analogue marciano, es decir, un entorno terrestre que reproduce condiciones extraterrestres.
¿Qué estudian los investigadores?
Los equipos multidisciplinarios analizan:
- Composición mineralógica: los depósitos de sulfato y óxidos de hierro son comparables a los que se observaron en la superficie marciana.
- Atmósfera y gases: la emisión de dióxido de azufre y vapor de agua permite simular la atmósfera tenue y rica en gases de la Tierra primitiva y de Marte.
- Microbios extremófilos: bacterias que sobreviven en ambientes ácidos y calientes ofrecen pistas sobre cómo la vida podría haber existido en los lagos marcianos.
Resultados preliminares
Los primeros análisis revelaron la presencia de microbios capaces de metabolizar el azufre, un proceso que también se detectó en muestras de rocas marcianas por el rover Perseverance. Estas similitudes refuerzan la hipótesis de que, bajo condiciones adecuadas, la vida microbiana podría haber surgido en Marte hace entre 3.500 y 4.100 millones de años.
Importancia para futuras misiones
Comprender cómo se preservan los signos de vida en ambientes extremos ayuda a diseñar mejores instrumentos para próximas misiones, como el rover ExoMars y los futuros aterrizajes humanos. El volcán Poás, por su accesibilidad y diversidad geológica, ofrece un espacio de entrenamiento y prueba para tecnologías de detección de biosignaturas.
Un llamado a la conservación
El éxito de este laboratorio natural subraya la necesidad de proteger áreas como el parque nacional Poás, no solo por su valor turístico, sino también por su contribución al conocimiento científico global.