Expertos de la comunidad internacional afirman que, gracias a los avances de telescopios como el James Webb y a futuras misiones a Marte, Europa y exoplanetas, es plausible obtener evidencias convincentes de vida fuera de la Tierra dentro de la próxima década.
Antecedentes y contexto
En los últimos años la astronomía ha experimentado una revolución impulsada por el telescopio espacial James Webb, lanzado en diciembre de 2021, que permite analizar la composición atmosférica de exoplanetas con una precisión sin precedentes. Paralelamente, la exploración del Sistema Solar avanza con misiones cuya meta es buscar indicios de habitabilidad.
Misiones clave en marcha
- James Webb Space Telescope (JWST): ya ha identificado gases como vapor de agua y metano en atmósferas de mundos lejanos, potenciales bioseñales.
- Perseverance y el futuro Mars Sample Return: el rover recopiló muestras del cráter Jezero y la NASA planea traerlas a la Tierra para 2026, lo que permitirá análisis directos de posibles rastros biológicos.
- Europa Clipper: programada para su lanzamiento en 2024, estudiará el océano bajo la superficie helada de la luna Europa, considerado uno de los lugares más prometedores para vida microbiana.
- ARIEL (Atmospheric Remote-sensing Infrared Exoplanet Large-survey): la misión europea prevista para 2029 se enfocará en caracterizar la atmósfera de cientos de exoplanetas, ampliando la búsqueda de bioseñales.
¿Qué son las bioseñales?
Las bioseñales son indicadores químicos o físicos que, en la Tierra, están asociados a procesos biológicos, como la presencia simultánea de oxígeno y metano en una atmósfera. Detectar combinaciones similares en otros mundos podría sugerir actividad biológica.
Perspectivas a corto y mediano plazo
Los científicos convienen en que, dentro de los próximos 5 a 10 años, la combinación de datos del JWST, los análisis de las muestras marcianas y las observaciones de Europa y exoplanetas aumentará la probabilidad de identificar señales que respalden la existencia de vida fuera de nuestro planeta. Aunque no se esperan descubrimientos definitivos antes del 2030, la comunidad científica está cautelosa y optimista ante la cercanía de resultados que podrían cambiar nuestra comprensión del universo.