Un análisis impulsado por inteligencia artificial revela que la vida pudo haber aparecido en la Tierra hace más de 3.300 millones de años, duplicando la edad previamente aceptada y reescribiendo capítulos clave de la historia biológica del planeta.
Un hallazgo que cambia la cronología de la vida
Investigadores de diferentes instituciones han aplicado técnicas de inteligencia artificial a datos geológicos y isotópicos, descubriendo señales biogénicas en rocas de 3.300 millones de años de antigüedad. Estas señales, conocidas como biosignaturas, incluyen componentes químicos típicos de organismos vivos, como ciertos lípidos y isotopos de carbono.
¿Qué son las biosignaturas?
Las biosignaturas son rastros químicos o estructurales que indican la presencia pasada de vida. En el caso de las rocas analizadas, la IA identificó patrones moleculares consistentes con membranas celulares primitivas y metabolitos que no pueden formarse de manera abiótica.
Metodología basada en IA
El equipo utilizó algoritmos de aprendizaje profundo entrenados con millones de ejemplos de compuestos orgánicos y minerales. La IA pudo diferenciar entre señales de origen biológico y aquellas generadas por procesos geológicos, superando limitaciones de análisis manual.
Implicaciones para la evolución temprana
Si la vida existía hace 3.300 millones de años, su origen se remontaría al Periodo Arcaico, aproximadamente 1.500 millones de años antes de lo que sugerían evidencias previas. Esto deja abierta la posibilidad de que organismos simples hayan evolucionado mucho antes de la aparición de la fotosíntesis y la oxigenación de la atmósfera.
Reacciones de la comunidad científica
Los hallazgos, publicados en revistas de geociencias y astrobiología en 2025, han sido bien recibidos y, a la vez, generan debates sobre la fiabilidad de los modelos de IA en paleobiología. Expertos destacan la necesidad de replicar los resultados en diferentes sitios geográficos.
Próximos pasos
Se planifican expediciones a formaciones rocosas de similar edad en otros continentes, acompañadas de análisis complementarios mediante espectrometría de masas y microscopía electrónica, para confirmar la universalidad de estas biosignaturas.