El magnate de la tecnología Elon Musk ha declarado que la inteligencia artificial transformará la economía, dejando el trabajo como una opción y relegando el dinero a la obsolescencia. Sus palabras convierten a la IA en la posible solución a la pobreza y reconfiguran la forma en que concebimos la labor humana.
Una visión futurista del trabajo
Elon Musk, fundador de Tesla, SpaceX y X (antes Twitter), ha pronunciado una afirmación que está generando debate a nivel global: trabajar será completamente opcional gracias al avance acelerado de la inteligencia artificial. En una entrevista televisada en noviembre de 2025, Musk explicó que los sistemas de IA podrán cubrir la mayor parte de las actividades productivas, permitiendo a las personas elegir si desean laborar o dedicarse a otras actividades.
La IA como motor de la nueva era económica
Según Musk, la automatización y los algoritmos de aprendizaje profundo no solo aumentarán la productividad, sino que también reemplazarán la necesidad de dinero como medio de intercambio. En su visión, los recursos serán gestionados por redes inteligentes que distribuirán bienes y servicios directamente, eliminando la escasez y reduciendo la dependencia de salarios.
Pobreza: un problema de ingeniería
Musk describió la pobreza como “un problema de ingeniería”: una cuestión que puede resolverse mediante el diseño de sistemas tecnológicos adecuados. Señaló que la creación de robots avanzados, como Optimus, podrá desempeñar tareas manuales y de servicios, ofreciendo oportunidades de empleo en sectores que actualmente carecen de mano de obra.
Implicaciones para la sociedad
Los analistas de economía advierten que, aunque la automatización promete mayor eficiencia, también plantea desafíos en la distribución de la riqueza y en la adaptación de la fuerza laboral. Sin embargo, Musk asegura que la transición será guiada por políticas que garanticen un acceso equitativo a los beneficios de la IA.
Contexto y reacciones
La declaración de Musk se suma a un creciente discurso sobre el futuro del trabajo impulsado por la IA, que incluye a expertos como Andrew Ng y a organizaciones como la OECD, que ya estudian el impacto de la automatización en los empleos. Mientras algunos celebran la perspectiva de una vida sin la obligación de trabajar, otros piden cautela y marcos regulatorios para prevenir desigualdades.