Según un análisis de la BBC, si el resto del mundo adoptara las políticas y hábitos de Uruguay, se frenaría la “estafa piramidal” de consumo desmedido de recursos. Con datos de ONU, World Bank y Global Footprint Network, la pequeña nación sudamericana muestra cómo la energía renovable, la equidad social y la gestión eficiente pueden marcar la diferencia.
Uruguay como referente global
Con apenas 3,5 millones de habitantes (censo 2024) y un <strongProducto Interno Bruto per cápita de alrededor de US$ 18.000 (2023), Uruguay se ha convertido en un caso de estudio para quienes buscan romper con la lógica de crecimiento basado en la extracción ilimitada.
Datos clave del modelo uruguayo
- 95 % de la electricidad proviene de fuentes renovables (principalmente eólica y solar) según el Ministerio de Energía y Minas, 2023.
- Emisiones de CO₂ per cápita: 5,2 toneladas en 2022, por debajo de la media mundial de 5,5 t/hab.
- Huella ecológica per cápita: 2,7 global hectares (gha) en 2022, ligeramente inferior al promedio global de 2,8 gha.
- Índice de Gini (medida de desigualdad) de 0,39 en 2023, uno de los más bajos de América Latina.
- Esperanza de vida: 78,4 años (2022) y índice de desarrollo humano (IDH) de 0,822 (2021), situándose en el rango de desarrollo alto.
¿Por qué funciona?
El éxito de Uruguay se basa en políticas integradas:
- Inversión estatal y privada en energía limpia: el país lanzó subastas de energía eólica en 2015, lo que impulsó la instalación de más de 2 GW de capacidad.
- Marco regulatorio estable que favorece la confianza de inversionistas y protege el medio ambiente.
- Educación y concientización desde la escuela primaria sobre consumo responsable y reciclaje.
- Gestión del agua y agricultura sostenible, con programas de rotación de cultivos y reducción del uso de agroquímicos.
- Políticas sociales inclusivas que reducen la pobreza y, por ende, la presión sobre recursos naturales.
Lecciones para el resto del planeta
Adoptar una combinación de energías renovables, políticas de equidad y educación ambiental puede reducir la “estafa piramidal” en la que los recursos se agotan mientras unos pocos se benefician. Los países con mayores emisiones per cápita, como Estados Unidos y China, podrían replicar los esquemas de subastas de energía limpia y los incentivos fiscales uruguayos para acelerar la transición.
Conclusión
Uruguay muestra que el desarrollo económico y la conservación del planeta no son mutuamente excluyentes. Si la comunidad internacional tomara como referencia sus prácticas, el ritmo de consumo excesivo se desaceleraría, sentando las bases para una economía global más sostenible y justa.