La ciudad turca de Iznik, antes conocida como Nicaea, cumple 1700 años desde el histórico Concilio de Nicea de 325 d.C. y vuelve a ser escenario de la Iglesia tras la visita del Papa, quien recordó la necesidad de unidad cristiana en medio de los desafíos actuales.
Un legado de 1700 años
El Concilio de Nicea, celebrado en el año 325 d.C., marcó la primera reunión ecuménica de la Iglesia cristiana, donde se definieron doctrinas esenciales como la naturaleza de Cristo y el Credo niceno. La celebración de su 1700.º aniversario tuvo lugar en 2025, convirtiéndose en una de las mayores celebraciones de la historia de la Iglesia.
Iznik: de Nicaea a la ciudad fantasma
Hoy, la antigua Nicaea corresponde a la pequeña ciudad turca de Iznik, situada a unos 90 km al sureste de Estambul. A diferencia de otras sedes históricas, Iznik no conserva edificaciones visibles del concilio: la mayor parte de sus estructuras originales fueron destruidas o reutilizadas a lo largo de los siglos, y sólo quedan restos arqueológicos bajo la moderna urbe.
El Papa en Iznik
Durante su visita a Turquía en 2023, el Papa Francisco llegó a Iznik, donde pronunció un mensaje que ha resonado en la comunidad cristiana: «Los cristianos corren el riesgo de reducir a Jesucristo a un superhombre». La declaración, recogida por Vatican News, subraya la necesidad de preservar la fe sin caer en reinterpretaciones que alejen a la gente del mensaje original.
Petición de estabilidad a Turquía
En el marco de los festejos, la Santa Sede, a través del Pontífice León XIV (referido en varios medios internacionales), solicitó a Turquía que asuma un papel “estabilizador” en un contexto mundial cada vez más conflictivo. La petición se inscribe dentro del esfuerzo por fomentar la paz y la unidad entre los cristianos y otras confesiones.
Significado para el futuro
El recuerdo del Concilio de Nicea y la visita papal a Iznik refuerzan un llamado a la unidad cristiana, pero también invitan a reflexionar sobre la conservación del patrimonio histórico. A pesar de la ausencia de edificaciones visibles, la ciudad sigue siendo un símbolo potente de los orígenes y desafíos de la fe cristiana en el siglo XXI.