El pontífice León XIV aterrizó en Líbano, marcando la segunda fase de su primera gira internacional. La visita se realiza en una zona considerada de alto riesgo, mientras el Papa respalda la solución de dos Estados y apoya a Erdogan como mediador de paz en Gaza y Ucrania.
Arribo del Pontífice a Líbano
En los últimos días, el papa León XIV llegó al aeropuerto de Beirut, situado en una zona catalogada por las autoridades locales como de riesgo por la inestabilidad regional. El alunizaje marca la segunda etapa de su primera gira internacional, programada para visitar tres países del Oriente Medio.
Contexto y objetivos de la visita
León XIV, elegido en el cónclave de 2025, ha planteado desde su coronación una agenda diplomática centrada en la reconciliación y la promoción de la paz. En Líbano, su misión incluye:
- Reforzar el diálogo interconfesional entre cristianos y musulmanes.
- Respaldar la solución de dos Estados para el conflicto israelo‑palestino.
- Validar el papel del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como mediador en las negociaciones de paz en Gaza y en la crisis de Ucrania.
Zona de riesgo y medidas de seguridad
El gobierno libanés ha señalado que el área alrededor del aeropuerto y la ruta de desplazamiento del Papa está bajo vigilancia intensiva debido a la presencia de grupos armados y la inestabilidad política. La Santa Sede ha coordinado con autoridades locales y delegaciones internacionales para garantizar la seguridad del pontífice y su séquito.
Parada en Estambul antes de Líbano
Antes de llegar al Líbano, León XIV visitó la emblemática Mezquita Azul en Estambul, aunque no realizó actos litúrgicos dentro del recinto. La visita, considerada un gesto de acercamiento interreligioso, se enmarca dentro de su esfuerzo por fomentar el respeto mutuo entre las religiones.
Reacciones internacionales
Vatican News y diversos medios internacionales han resaltado la importancia de la gira como una oportunidad para impulsar procesos de paz en la región. Analistas políticos destacan que la presencia del Papa en Líbano refuerza la imagen de la Iglesia como un actor diplomático comprometido con los desafíos geopolíticos actuales.