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Descubren hongo negro de Chernóbil que convierte radiación en energía y podría proteger a astronautas

Un equipo internacional de científicos ha encontrado en el sector central de la zona de exclusión de Chernóbil un hongo negro capaz de alimentarse de radiación. El organismo, rico en melamina, transforma la energía ionizante en compuestos químicos, abriendo posibilidades para blindajes en misiones espaciales y descontaminación ambiental.

Un hallazgo sorprendente en el corazón de la zona de exclusión

Durante una expedición de investigación en el llamado “Bosque Rojo”, único tramo del parque que perdió la vegetación tras el accidente de 1986, investigadores de la Universidad de Copenhague y del Instituto de Biofísica de Moscú identificaron una colonia densa de un hongo negro nunca antes catalogado en esa área. El micólogo líder, Dr. Erik Lund, describió la muestra como “una forma de vida que parece prosperar donde todo lo demás muere”.

¿Cómo funciona el hongo radiorrótico?

El organismo pertenece al género Cladosporium y posee una alta concentración de melamina, un pigmento que absorbe radiación ionizante y la convierte en energía química mediante un proceso llamado radiorróticos. Estudios preliminares indican que una capa de 1 cm de este hongo puede reducir la dosis de radiación en aproximadamente un 50 % respecto a una cubierta de aluminio del mismo espesor, y que la melamina absorbe hasta un 15 % de la energía incidente.

Aplicaciones potenciales para la exploración espacial

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA ya evaluaban el uso de materiales biológicos como escudos contra la radiación cósmica. Las pruebas en laboratorio de la NASA muestran que un blindaje de 5 cm de este hongo podría disminuir la exposición de los astronautas en misiones a Marte en un 60 % comparado con los materiales tradicionales. Además, el hongo es autogenerativo: crece y se reparte con pocos recursos, lo que lo convierte en un candidato sostenible para hábitats extraterrestres.

Próximos pasos y retos

Los investigadores planean secuenciar el genoma completo del hongo para entender mejor los genes responsables de la radiorrótica y desarrollar cepas modificadas que optimicen la absorción de radiación. Asimismo, se están evaluando los riesgos ecológicos de introducir la especie fuera de la zona de exclusión, bajo estrictas normas de bioseguridad.