La Organización de las Naciones Unidas, a través del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), confirmó que el nuevo sarcófago que cubre la central de Chernóbil perdió gran parte de su capacidad de contención tras una serie de ataques con drones en febrero de 2024, generando preocupación sobre una posible fuga de radiactividad.
Contexto del escudo protector
El Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), conocido popularmente como el “escudo” de Chernóbil, es una estructura metálica de 110 metros de altura diseñada para contener la radiación del reactor dañado tras el accidente de 1986. Inaugurada en 2016, su misión es evitar que los materiales radiactivos se dispersen al ambiente.
Los ataques con drones
Según un informe de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) presentado el 6 de diciembre de 2025, durante febrero de 2024 se registraron varios incursiones de drones sobre la zona de exclusión de Chernóbil. Los dispositivos, presuntamente de origen ruso, lograron impactar la parte superior del NSC, provocando rasgaduras en la cubierta de acero y comprometiendo los sistemas de filtración de aire.
Consecuencias del daño
El informe advierte que, si bien la estructura aún mantiene cierta integridad, la pérdida de la función de filtrado de gas y la exposición de partes internas a la atmósfera aumentan el riesgo de una fuga de gases radiactivos en caso de un evento extremo, como un terremoto o un incendio. La OIEA está evaluando la necesidad de fortalecer la barrera con materiales de reparación temporales mientras se planifica una solución definitiva.
Reacciones internacionales
Los gobiernos de la UE y la OTAN han condenado los ataques, calificándolos de “violaciones graves del derecho internacional” y han solicitado a la ONU una mayor vigilancia de la zona. Por su parte, la Agencia Internacional de Energía Atómica ha pedido al gobierno ucraniano que permita el acceso de equipos de reparación y que se refuerce la seguridad perimetral.
Próximos pasos
Se espera que en los próximos meses se realicen misiones de inspección con robots de alta precisión para mapear los daños y diseñar un plan de reparación que no comprometa la estabilidad estructural del NSC. La comunidad científica internacional sigue monitoreando los niveles de radiación en la zona para detectar cualquier anomalía.