Astrónomos de todo el mundo observaron una explosión sin precedentes en un agujero negro de 30 millones de soles en la galaxia NGC 3783. El estallido, detectado en rayos X, desató una llamarada que expulsó vientos a 60 000 km/s, marcando el primer avistamiento directo de este fenómeno en la historia.
El hallazgo
El 9 de diciembre de 2025 los telescopios espaciales X‑ray observatorios, entre ellos Chandra y ESA’s XMM‑Newton, capturaron una explosión de gran intensidad en el núcleo activo de la galaxia NGC 3783, situada a unos 135 millones de años luz de la Tierra.
Se trata de un agujero negro supermasivo cuya masa se estima en 30 millones de veces la del Sol. La explosión se manifestó como una abrupta y brillante llamarada de rayos X, acompañada por la emisión de vientos relativistas que alcanzaron velocidades de 60 000 km/s, equivalentes a un quinto de la velocidad de la luz.
¿Por qué es tan importante?
Hasta la fecha, los fenómenos de este tipo habían sido solo teóricos. La detección directa confirma que los agujeros negros pueden lanzar material a velocidades extremadamente altas mediante procesos de acreción y campos magnéticos intensos. Este descubrimiento abre una ventana para comprender mejor la interacción entre los discos de acreción y los chorros de partículas, factores clave en la evolución de galaxias.
Contexto científico
Los agujeros negros son regiones del espacio donde la gravedad es tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Cuando materia del disco de acreción se calienta, emite rayos X. En ocasiones, se producen inestabilidades que provocan explosiones de energía, conocidas como flares. Sin embargo, la magnitud de la llama y la velocidad de los vientos observados en NGC 3783 superan cualquier registro previo.
Reacciones de la comunidad
Investigadores de instituciones como el Instituto de Astrofísica de Canarias, la Universidad de Harvard y el Observatorio Europeo del Sur señalizan que este evento “cambia el paradigma” de cómo entendemos la retroalimentación de los agujeros negros sobre sus galaxias anfitrionas. Se espera que los datos recopilados durante las próximas semanas ayuden a refinar los modelos de magnetohidrodinámica (MHD) que describen estos procesos.
Próximos pasos
Se programará una campaña de observación multibanda que incluirá telescopios ópticos, infrarrojos y de radio, con el fin de rastrear la evolución del viento y buscar posibles efectos colaterales en la galaxia circundante.