Científicos y emprendedores argentinos han desarrollado un método pionero que transforma pilas y baterías agotadas en energía renovable, abriendo una vía prometedora para reducir la creciente marea de residuos electrónicos y producir combustible sin emisiones.
Una solución al desafío del e-waste
Según la ONU, cada año se generan más de 50 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos a nivel global, y gran parte de éstos terminan en vertederos o incineradores, poniendo en riesgo la salud pública y el medio ambiente. En este contexto, el proyecto anunciado por investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y la empresa EcoFuel representa un avance significativo.
¿Cómo funciona la tecnología?
El proceso parte de la “siembra” de pilas y baterías desechadas en una instalación especializada. Primero, los dispositivos son desmantelados y sus componentes químicos son extraídos mediante técnicas de hidrometallurgia y pirólisis. Posteriormente, los materiales recuperados alimentan una celda de electrólisis que, usando la energía residual de la propia batería, genera hidrógeno verde, un combustible limpio que puede emplearse en transporte, generación eléctrica o procesos industriales.
Ventajas medioambientales y económicas
Esta vía permite reducir la demanda de recursos primarios como el litio, cobalto y níquel, al mismo tiempo que se evita la liberación de sustancias tóxicas (plomo, mercurio, cadmio) al suelo y al agua. Además, al producir hidrógeno sin emisiones de CO₂, se contribuye directamente a los objetivos de descarbonización establecidos en el Acuerdo de París.
Perspectivas de expansión
Los promotores del proyecto estiman que, una vez escalado, la planta piloto podría procesar cientos de toneladas de baterías al año, abasteciendo a comunidades rurales y sectores industriales con energía sostenible. La iniciativa también abre la puerta a colaboraciones internacionales para replicar la tecnología en otras regiones con alta generación de residuos electrónicos.
¿Qué significa para el futuro?
Si bien la solución está en fase experimental, su potencial para cerrar el círculo del consumo de dispositivos electrónicos —desde smartphones hasta vehículos eléctricos— es alentador. La combinación de reciclaje avanzado y producción de combustible limpio marca un paso fundamental hacia una economía circular más resiliente y respetuosa con el planeta.
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