Una mirada profunda a los eventos que provocaron la destrucción del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en los años 70, desde la operación militar que lo desmanteló hasta el llamado “suicidio político” de sus líderes, en un contexto de violencia y represión que definió la historia reciente de Argentina.
Orígenes y auge del ERP
El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) nació en 1970 como una de las principales organizaciones guerrilleras de la izquierda argentina. Su objetivo era la toma del poder mediante la lucha armada contra el estado, inspirándose en la revolución cubana y en corrientes trotskistas. Durante los primeros años del gobierno de Héctor Cámpora y la presidencia de Juan Perón, el ERP experimentó un rápido crecimiento, reclutando a jóvenes universitarios y obreros, y realizando acciones armadas en distintas provincias.
La catástrofe militar: Operación Independencia
En junio de 1975, el gobierno militar de Isabel Perón lanzó la Operación Independencia en la provincia de Tucumán, zona donde el ERP había establecido una fuerte presencia. Con la participación de las fuerzas armadas y de seguridad, la operación combinó contra‑insurgencia, inteligencia y represión, provocando la captura o muerte de cientos de combatientes y simpatizantes del ERP. Este operativo fue considerado el punto de inflexión que marcó la “catástrofe militar” del movimiento guerrillero.
El “suicidio político” del ERP
Tras la ofensiva militar, el ERP enfrentó una profunda crisis interna. La pérdida de territorio, la escasez de recursos y la creciente presión policial obligaron a sus dirigentes a replantear la estrategia. En lugar de una nueva fase de lucha, muchos líderes optaron por la autodestrucción organizativa: desmantelaron sus estructuras, entregaron armas y se entregaron a la autoridad. Este proceso, denominado por historiadores como el suicidio político del ERP, significó la renuncia a la continuidad del proyecto armado.
El destino de sus máximos exponentes
El fundador y máximo dirigente del ERP, Mario Roberto Santucho, fue capturado y asesinó por fuerzas de seguridad el 23 de julio de 1976. Su muerte consolidó el fin de la guerrilla como amenaza significativa para el Estado. Otros excombatientes fueron juzgados durante la última década, contribuyendo a la reconstrucción histórica del periodo.
Legado y reflexión
El colapso del ERP dejó lecciones cruciales sobre la viabilidad de la lucha armada en contextos de represión estatal. Además, la violencia de los años 70 sigue siendo un tema central en la memoria colectiva argentina, alimentando debates sobre derechos humanos, justicia transicional y la importancia de la democracia.