En 2025 la disputa por las Islas Malvinas se materializó en tres frentes: la operación británica “Southern Sovereignty” reforzó la presencia militar; el proyecto petrolífero Sea Lion avanzó a fase de desarrollo con una inversión de 2 100 millones de dólares; y Argentina intensificó su estrategia diplomática, buscando mediación estadounidense y ampliando su reclamo en foros internacionales.
Operación “Southern Sovereignty”: el refuerzo militar británico
Durante 2025 el Reino Unido ejecutó la operación Southern Sovereignty, combinando maniobras aeronavales, vuelos de patrulla y despliegue terrestre en el Atlántico Sur. Se rotó personal militar y se intensificó la actividad del patrullero FPV Lilibet, consolidando el control estratégico sobre las rutas marítimas adyacentes. Además, se impulsó el desarrollo urbano en Puerto Argentino, mejorando la infraestructura civil bajo administración británica.
Yacimiento Sea Lion: la carrera energética
El proyecto petrolífero Sea Lion pasó a la fase de desarrollo con la participación de Rockhopper Exploration y Navitas Petroleum. El financiamiento asciende a 2 100 millones de dólares. En diciembre, Argentina denunció que cualquier actividad de exploración o producción en la zona es “ilegal” según el derecho internacional y recordó las sanciones previstas para empresas que operen sin autorización.
Diplomacia argentina: búsqueda de mediación y mayor visibilidad
Argentina reforzó su reclamo en organismos internacionales y regionales, incluyendo el Mercosur, y solicitó a Estados Unidos que actúe como mediador, marcando un giro respecto al histórico apoyo norteamericano a Londres en 1982. La vicepresidenta Victoria Villarruel anunció la gestión ante Washington.
Memoria histórica y proyecto humanitario
Se publicaron documentos desclasificados de la guerra de 1982, evidenciando la asimetría estratégica y el apoyo logístico estadounidense al Reino Unido. El Proyecto Humanitario Malvinas avanzó en la identificación de restos de soldados argentinos no reconocidos.
Conclusión
El año 2025 consolidó un escenario de control británico reforzado en los ámbitos militar, civil y energético, mientras Argentina intensificó su presencia internacional, endureció su postura frente al proyecto petrolífero y buscó canales de mediación diplomática. La disputa por las Malvinas sigue siendo un eje estratégico y simbólico en la región.
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