Astrónomos del Observatorio de la Universidad de Chicago, con la ayuda del telescopio James Webb y el interferómetro ALMA, han descubierto la galaxia Uvas Cósmicas, una estructura primitiva a tan solo 900 millones de años después del Big Bang. Su forma de racimo, con manchas de formación estelar, desafía los modelos tradicionales de evolución galáctica.
El 12 de agosto de 2025 el equipo de astronomía de la Universidad de Chicago, que utilizó las observaciones combinadas del telescopio espacial James Webb y el interferómetro ALMA, identificó una galaxia extremadamente antigua que se conoce como Uvas Cósmicas. Situada a más de 13.8 billones de kilómetros, su luz se origina cuando el universo tenía apenas 900 millones de años, lo que equivale a aproximadamente el 6% de la edad actual del cosmos. Lo que hace que esta galaxia sea única es su configuración espacial: una estructura compacta y giratoria que, a simple vista, asemeja un racimo de uvas. Al analizar las imágenes de alta resolución, los investigadores observaron varios clústeres de estrellas formándose dentro de esta estructura, revelando un intenso periodo de creación estelar que alcanzó tasas de hasta varios cientos de masas solares al año. El espectro de CO observado por ALMA indica que la galaxia contiene una gran cantidad de gas molecular, lo cual alimenta la formación de estrellas y su rotación coherente. El radio de la galaxia se estima en menos de 2 kiloparsecs, mientras que su masa total se aproxima a 10 mil millones de masas solares. Este hallazgo plantea importantes preguntas sobre la evolución de las primeras galaxias. Los modelos cosmológicos tradicionales predictan que, a esa temprana edad, la materia se habría concentrado principalmente en cúmulos pequeños y dispersos. La presencia de una galaxia compacta y estable a tan solo 900 millones de años indica que la condensación de masa y el ensamblaje galáctico pueden haber ocurrido de manera más eficiente y simultánea de lo previsto. El estudio, publicado en las páginas de la comunidad científica, destaca la capacidad de los nuevos telescopios de observar las primeras generaciones de galaxias y sugiere que la diversidad estructural del universo primitivo era mucho mayor de lo que los estudios anteriores habían previsto. La comunidad astronómica espera afinar estos resultados mediante observaciones adicionales y simulaciones computacionales que puedan replicar la formación de una galaxia en forma de racimo de uvas tan temprana.