El economista Hernán Lacunza apoya el uso de dólares no declarados para transacciones comerciales, siempre que se emita factura. Sus declaraciones desataron un intenso debate sobre la economía informal y la necesidad de una mayor transparencia financiera en Argentina, en medio de propuestas de dolarización y blanqueo de capitales.
El exministro de Hacienda Hernán Lacunza generó controversia al expresar su opinión sobre el uso de dólares no declarados en transacciones comerciales. Según Lacunza, si se utiliza una factura para documentar las operaciones, se estaría mitigando el problema de la informalidad económica. Esta postura, aunque sorprendente para algunos, se enmarca en un contexto de propuestas de dolarización parcial o total que circulan en Argentina. Lacunza argumenta que una parte significativa de la economía argentina opera fuera del sistema formal, y que el uso de dólares no declarados es una realidad que debe ser abordada con pragmatismo. Su propuesta de usar facturas para estas transacciones busca al menos inyectar cierta transparencia en un sector opaco.
Esta declaración ha reavivado el debate sobre la dolarización en Argentina, un tema que ha ganado impulso en los últimos años ante la creciente inflación y la desconfianza en el peso argentino. Algunos economistas proponen la dolarización como una solución para estabilizar la economía, mientras que otros advierten sobre los riesgos potenciales. La propuesta de Lacunza, aunque no una defensa explícita de la dolarización, refleja la creciente preocupación por la informalidad económica y la necesidad de soluciones innovadoras.
El contexto económico actual en Argentina es complejo, con una inflación persistentemente alta y una economía que lucha por crecer. La falta de confianza en el peso argentino ha llevado a muchos ciudadanos a buscar refugio en el dólar, alimentando la demanda de la moneda estadounidense en el mercado negro. En este contexto, la sugerencia de Lacunza se interpreta por algunos como un reconocimiento de la realidad del mercado, mientras que otros la critican por su potencial para perpetuar la economía informal.
Simultáneamente, se discuten alternativas como un “blanqueo 2.0”, que busca atraer capitales no declarados al sistema financiero formal, a cambio de incentivos fiscales. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) juega un rol crucial en la gestión de estas políticas, buscando equilibrar la necesidad de atraer inversión con el control de la inflación y la estabilidad cambiaria. Se especula que el regreso del dólar a valores cercanos a los $1.000 pesos argentinos es un factor que impulsa la necesidad de estas medidas extraordinarias.
La idea de una economía bimonetaria, donde el dólar y el peso convivan como monedas de curso legal, también está ganando terreno en el debate público. Esta opción, sin embargo, presenta desafíos significativos en términos de regulación y control, además de potenciales riesgos para la estabilidad macroeconómica. Es importante destacar que la implementación de cualquier política económica requiere un análisis exhaustivo de sus posibles consecuencias, tanto positivas como negativas, para evitar efectos indeseados en el largo plazo.
En resumen, la propuesta de Lacunza, lejos de ser una simple opinión aislada, refleja un debate más amplio sobre la economía argentina y la necesidad de abordar la informalidad y la falta de confianza en la moneda local. Las propuestas de dolarización, blanqueo y economía bimonetaria son parte de un complejo panorama económico que exige soluciones innovadoras y un análisis profundo de sus implicaciones a largo plazo.