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Dólar en los bancos argentinos sigue creciendo pese a la crisis cambiaria

Los ahorristas de Argentina están vertiendo cada vez más recursos en cuentas denominadas en dólares, marcando una dolarización endógena que se mantiene firme incluso cuando la moneda local muestra volatilidad.

El contexto de la crisis cambiaria argentina ha impulsado a los ciudadanos a buscar refugio financiero en monedas extranjeras, principalmente el dólar estadounidense.

Según datos recientes de la Superintendencia de Banca, el volumen de depósitos en dólares dentro de la banca tradicional ha aumentado un 12 por ciento en los últimos seis meses, superando el crecimiento promedio del 8 por ciento de los depósitos en pesos.

Este movimiento no se limita a un segmento de la población; un análisis del último informe bancario muestra que casi un 30 por ciento de los depósitos totales de los ahorristas están ahora denominados en moneda extranjera.

Las autoridades monetarias han mantenido un programa de flexibilización para mitigar la fuga de capitales, pero el público sigue percibiendo al dólar como un activo más estable. Expertos en economía señalan que la dolarización endógena podría continuar, ya que la incertidumbre sobre las políticas cambiarias y la inflación persiste.

El informe también destaca que, pese a la volatilidad del tipo de cambio, la mayoría de los depósitos en dólares se mantienen en cuentas de ahorro y plazo fijo, con rendimientos que varían en función de las tasas de interés locales. En la última auditoría, se registró que las instituciones financieras están ofreciendo hasta un 1,75 por ciento anual sobre saldos en dólares, lo que atrae a más ahorristas.

En cuanto a las proyecciones, se espera que el porcentaje de depósitos en moneda extranjera ascienda a un 35 por ciento de los saldos totales para finales de 2026, si la tendencia actual se mantiene.

Este fenómeno de dolarización endógena plantea retos para la política cambiaria argentina, ya que la presencia creciente de dólares dentro del sistema financiero puede inflamar la presión sobre la tasa de cambio oficial y complicar las políticas de control de capitales.