El 14‑15 de octubre los bombarderos B‑52 y helicópteros de élite de la Fuerza Aérea estadounidense cruzaron las aguas del Caribe a sólo 50‑120 km de la costa venezolana, provocando que un general de la Armada preguntara: ¿qué está pasando?
En un episodio que parece sacado de un guión de acción, la fuerza aérea de los Estados Unidos voló sobre el Caribe venezolano sin hacer pavo, dejando a Caracas con la sensación de que el cielo había tomado un aire de anticipación.
El 14 de octubre, **tres** bombarderos B‑52 del 5º Bomb Wing –el mismo equipo que ha patrullado el Atlántico durante décadas– se deslizaron por las aguas de la costa venezolana a una altitud de 15 000 pies. La flota estadounidense, que lleva el color blanco y la insignia de la Fuerza Aérea, pasó a menos de 60 km del puerto de Puerto la Cruz, sobre la costa norte de Venezuela.
Día siguiente, la **160ª Subjunta de Operaciones Especiales del Ejército** –conocida por sus helicópteros Huey‑HA‑1B –despegaron del parque de vuelo de Puerto Rico y ejecutaron maniobras en una zona de menos de 150 km del centro de Caracas. El operativo, cubierto por la frase “carácter táctico y de reconocimiento”, se realizó a 11:00 GMT, con el cielo cubierto de nubes de bajo contraste que apenas permitían ver la silueta de los helicópteros.
En medio de este ballet militar, un general de la Armada venezolana decidió sacar el micrófono de su cuartel y lanzar una pregunta que, sin duda, resonará en los pasillos estratégicos: “¿qué está pasando y por qué la Fuerza Armada no ha tenido un comunicado al respecto?” La respuesta oficial aún no se ha publicado.
Para el resto del mundo, la maniobra de EE. UU. se interpreta como prueba de su presencia militar continua en el Caribe, una señal de que las tensiones entre la administración venezolana y la estadounidense siguen siendo tan agudas como los vuelos que cruzan la región.
La serie de operaciones, que fue denominada por los medios locales como **“Caribe Ágil 2025”**, incluye otros ejercicios en la zona, incluyendo la presencia de aviones de combate F‑35 y A‑10, todos con el mismo objetivo: reforzar la posición de EE. UU. frente a la flota venezolana.
El debate se ha intensificado en las redes sociales y en los periódicos de la región, donde el público pregunta si el silencio del ejercito venezolano puede ser una estrategia deliberada o simplemente un error de comunicación.