El presidente Emmanuel Macron sigue siendo aplaudido en foros internacionales, pero en su propio país su imagen está marcada por la indignación y la incertidumbre política, una paradoja que refleja una Francia cada vez más fragmentada.
Carisma global de Macron
Desde su llegada al poder en 2017, Emmanuel Macron ha sido una figura destacada en la escena mundial. Ha liderado encuentros clave de la Unión Europea, ha defendido la defensa de la soberanía europea y ha promovido iniciativas climáticas que le han valido elogios en Washington, Bruselas y Pekín. Su discurso sobre una Europa más integrada y su capacidad para cerrar acuerdos comerciales le han conferido un prestigio que contrasta con la opinión pública nacional.
Desgaste en la opinión pública francesa
En el territorio francés, los datos de las encuestas muestran una caída constante de su apoyo. Según una encuesta del Instituto francés de opinión pública publicada en marzo de 2024, la aprobación de Macron rondaba el 22 por ciento, mientras que el rechazo superaba el 70 por ciento. Las manifestaciones masivas contra la reforma de pensiones y los recortes presupuestarios han alimentado un clima de descontento que se traduce en protestas continuas en ciudades como París, Lyon y Marsella.
Crisis política y maniobras del gobierno
La situación se agudizó cuando el ministro del Interior, Gérald Darmanin, y el primer ministro, Élisabeth Borne, enfrentaron mociones de censura en la Asamblea Nacional a principios de junio de 2024. La ministra de la transición ecológica, Barbara Pompili, y el ministro de Educación, Pap Ndiaye, lograron sobrevivir a esas votaciones, pero el gobierno muestra una fragilidad que pone en duda la capacidad de aprobar reformas estructurales.
Retos inmediatos
El calendario político señala varios hitos críticos: la próxima elección presidencial está prevista para 2027, pero las próximas elecciones legislativas de 2025 podrían redefinir la composición del Parlamento y, con ello, la posibilidad de que Macron continúe gobernando o sea desplazado por una coalición de la izquierda o la derecha. Además, la inflación europea y los desafíos energéticos exigen decisiones que equilibrarán la estabilidad macroeconómica con la presión social.
Perspectivas a futuro
El futuro de Macron depende de su capacidad para reconectar con la ciudadanía francesa, ofrecer soluciones tangibles a la crisis del costo de vida y gestionar las tensiones dentro de su propio partido, La República En Marcha. Mientras tanto, su figura seguirá siendo un activo diplomático para Francia en el exterior, creando una paradoja que parece no tener fin en el corto plazo.