Argentina impulsa la refractura en el yacimiento de Vaca Muerta para dar una segunda vida a cientos de pozos de shale, aumentando la producción de petróleo y gas sin necesidad de perforar nuevos. La medida, anunciada en octubre de 2025, promete recuperar millones de barriles y reforzar la seguridad energética del país.
¿Qué es la refractura y por qué ahora?
La refractura, también conocida como refractura hidráulica, consiste en volver a inyectar fluidos de alta presión en pozos ya productivos para reactivar la zona de reservorio agotada. En Vaca Muerta, el principal cuenco de shale de Argentina, la técnica se está aplicando a cientos de pozos que comenzaron a operar en la última década.
Objetivos y expectativas
El objetivo principal es extender la vida útil de los pozos en 2 a 3 años adicionales, incrementando la producción anual en un rango estimado entre el 10% y 20%. Según los operadores, la medida podría permitir recuperar varios millones de barriles de petróleo y una cantidad similar de gas natural sin la necesidad de nuevas perforaciones.
Impacto económico y energético
Con la refractura, se espera aportar entre US$ 2 y 3 mil millones al PIB argentino en los próximos cinco años, gracias al aumento de la exportación de hidrocarburos y a la generación de empleo en sectores de servicios y tecnología de perforación. Además, la iniciativa refuerza la estrategia nacional de seguridad energética, reduciendo la dependencia de importaciones.
Ejemplo de operación
En octubre de 2025, la empresa X Energy inició la primera fase de refractura en el pozo “Cerro Azul #12”. La operación utilizó una bomba de presión de 25 000 psi y una composición de fluidos diseñada para maximizar la apertura de fisuras en la formación de lutitas Orgánico‑Ricas (ORG). Los resultados preliminares mostraron un aumento del 15% en la tasa de producción durante los primeros 30 días.
Perspectivas a futuro
Los expertos señalan que, de mantenerse el ritmo, la refractura podría convertirse en una práctica estándar para la mayoría de los pozos maduros del cuenco. Esta tecnología también abre la puerta a proyectos de EOR (Enhanced Oil Recovery) más avanzados, como la inyección de CO₂, que permitirían una recuperación adicional sin impactos ambientales significativos.