Los American Depositary Receipts (ADRs) de empresas argentinas detuvieron su fuerte ascenso en Wall Street, mientras que los bonos soberanos continuaron ganando terreno, logrando rendimientos menores al 10 %. El contraste refleja una reconfiguración del apetito de los inversionistas tras la reciente victoria política en Argentina.
ADRs argentinos pierden impulso
Después de varios días de fuertes subas, los ADRs que representan a compañías argentinas en la Bolsa de Nueva York comenzaron a retroceder. El frenado del rally alcista se confirmó con una caída ligera pero sostenida en los precios, indicando que los inversores están reevaluando la exposición a corto plazo.
Bonos soberanos amplían sus ganancias
En contraste, los bonos del Gobierno de Argentina mantuvieron su tendencia alcista. El precio de los bonos subió, lo que redujo sus rendimientos a niveles por debajo del 10 %. Esta disminución sugiere que el riesgo país sigue siendo percibido como moderado, impulsado por la expectativa de estabilidad tras la reciente victoria electoral del presidente Javier Milei.
Factores que explican la divergencia
- Mayor confianza en la política fiscal anunciada por el nuevo gobierno.
- Flujo de capitales extranjeros hacia la deuda soberana, atraídos por rendimientos descendentes.
- Volatilidad persistente en los mercados de acciones, que lleva a los inversores a buscar refugio en instrumentos de renta fija.
Implicaciones para el mercado argentino
El escenario actual indica una posible rotación de cartera: los inversores podrían reducir posiciones en ADRs y reforzar exposición a bonos, anticipando un mejor desempeño de la deuda pública. Sin embargo, la evolución del panorama político y macroeconómico seguirá siendo clave para definir la dirección de ambos instrumentos.
Perspectivas a corto plazo
Se espera que los ADRs mantengan una fase de consolidación mientras se aclaran los impactos de las políticas económicas en los sectores productivos. Por su parte, los bonos podrían seguir cotizando a precios más altos si la confianza en la gestión fiscal se consolida, empujando los rendimientos aún más bajo el umbral del 10 %.