Una anciana de 80 años, Suzanne Rees, murió sola en una isla aislada de la costa australiana después de que el crucero que la transportaba zarpara sin ella. La tragedia ha desatado fuertes críticas a la empresa naviera y ha reavivado el debate sobre la seguridad y el control de pasajeros en la industria de cruceros.
Hechos
El crucero que surcaba la costa de Australia realizó una parada en una isla remota donde Suzanne Rees, de 80 años, descendió para disfrutar del paisaje. Al reanudar el viaje, la tripulación no constató su presencia y el barco zarpó, dejando a la señora sola en la isla. Tras varios días sin asistencia, Rees falleció por deshidratación y exposición.
Reacción de la familia
Los familiares denunciaron la “falta de cuidado” y la ausencia de protocolos claros para verificar que todos los pasajeros continúen a bordo. La hija de la fallecida manifestó su dolor diciendo: “Mi madre murió sola en una isla porque el crucero se fue sin ella” y exigió una investigación exhaustiva.
Respuesta de la compañía naviera
La empresa responsable del crucero emitió un comunicado lamentando el fallecimiento y aseguró que se están revisando sus procedimientos internos. Aún no ha especificado medidas concretas ni ha ofrecido una disculpa directa a la familia.
Contexto y antecedentes
Casos de abandono de pasajeros, aunque raros, han sido señalados por organismos reguladores como riesgos latentes en la operación de grandes flotas de cruceros. La normativa internacional exige controles de embarque antes de la salida de cada puerto, pero la efectividad depende de la aplicación rigurosa por parte de la tripulación.
Qué sigue
Autoridades australianas han abierto una investigación para determinar posibles negligencias y evaluar la responsabilidad penal y civil de la compañía. La familia de Rees espera que el proceso conduzca a sanciones que eviten que situaciones similares vuelvan a ocurrir.