Expertos en salud y longevidad revelan los cinco hábitos esenciales que pueden ralentizar el proceso de envejecimiento biológico. Alimentación equilibrada, ejercicio constante, sueño de calidad, manejo del estrés y vida social activa se convierten en los pilares para añadir años a la vida y mejorar su calidad.
Introducción
El envejecimiento es un proceso inevitable, pero la ciencia muestra que ciertos hábitos pueden influir en la velocidad con que nuestro cuerpo envejece. Tres medios de comunicación – Infobae, El Comercial y Diario Panorama – han recopilado las recomendaciones de especialistas para construir una vida más larga y saludable.
1. Alimentación basada en la ciencia
Los nutricionistas coinciden en que una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y grasas monoinsaturadas (como el aceite de oliva) favorece la salud celular. Este patrón, conocido como dieta mediterránea, aporta antioxidantes y ácidos grasos omega‑3 que protegen contra el daño oxidativo, uno de los principales impulsores del envejecimiento.
2. Movimiento constante
La actividad física regular – al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado o 75 minutos de intensidad alta – ayuda a mantener la masa muscular, regula la glucosa y reduce la inflamación crónica. Además, el entrenamiento de fuerza dos veces por semana potencia la densidad ósea y la capacidad funcional en la tercera edad.
3. Sueño reparador
Dormir entre siete y nueve horas cada noche es fundamental para la reparación de tejidos y la consolidación de la memoria. Durante el sueño profundo, el cuerpo libera la hormona del crecimiento y realiza una limpieza de desechos cerebrales mediante el sistema glinfático, proceso clave para prevenir el deterioro cognitivo.
4. Gestión del estrés
El estrés crónico acelera el acortamiento de los telómeros, las “capas protectoras” de los cromosomas que se asocian con la longevidad. Técnicas como la meditación, la respiración profunda y el mindfulness favorecen la reducción de cortisol, mejoran la respuesta inmunológica y favorecen una mejor calidad de vida.
5. Conexiones sociales sólidas
Los lazos familiares, amistades y la participación en comunidades están vinculados a una mayor esperanza de vida. Sentirse parte de un grupo aporta apoyo emocional, estimula la actividad mental y reduce los índices de depresión y ansiedad, factores que inciden directamente en la salud cardiovascular y metabólica.
Conclusión
Adoptar estos cinco mandamientos no garantiza la inmortalidad, pero sí crea un entorno biológico que ralentiza el desgaste celular y mejora la calidad de los años vividos. Incorporar gradualmente cada hábito facilita una transición sostenible y brinda beneficios visibles a corto y largo plazo.