Especialistas en ciberseguridad recomiendan cubrir la cámara del smartphone con una cinta opaca o un protector físico. Esta medida sencilla previene accesos no autorizados, evita grabaciones ocultas y refuerza la defensa contra spyware que ha vulnerado dispositivos en los últimos años, protegiendo datos personales y la intimidad del usuario.
Antecedentes y creciente preocupación
En los últimos años se han documentado varios casos de malware capaz de activar la cámara del teléfono sin que el usuario lo note. Aplicaciones espía como Pegasus y otras variantes de spyware utilizan vulnerabilidades del sistema o permisos mal gestionados para capturar vídeo o fotos a distancia.
¿Por qué tapar la cámara?
Los expertos explican que, aunque los sistemas operativos ofrecen controles de permisos, la configuración puede ser vulnerada o el usuario puede otorgar acceso sin sospechar. Un bloqueo físico elimina el riesgo: si la lente está cubierta, ninguna señal de luz puede llegar al sensor, impidiendo cualquier grabación.
Riesgos documentados
- Activación clandestina de la cámara en dispositivos comprometidos.
- Robo de información visual sensible, como documentos, pantallas o entornos privados.
- Uso de imágenes o vídeo para chantaje o difusión no autorizada.
Cómo hacerlo de manera efectiva
1. Utilizar una cinta adhesiva opaca de alta adherencia, como la cinta aislante negra.
2. Recortar un pequeño trozo del tamaño exacto de la lente, evitando que el exceso de cinta quede sobre la pantalla.
3. Aplicar la cinta con suavidad, asegurándose de que quede sin burbujas ni polvo.
4. Cambiar la cinta periódicamente para mantener la adherencia y la limpieza.
Alternativas y buenas prácticas
Además del método físico, se aconseja revisar regularmente los permisos de las aplicaciones, mantener el sistema operativo actualizado y descargar apps solo de fuentes oficiales. Existen también cubiertas de cámara reutilizables de silicona que permiten abrir y cerrar la lente sin dañar el dispositivo.
Conclusión
Tapar la cámara del móvil con una cinta es una medida de bajo costo y alta efectividad que complementa la seguridad digital. Ante la sofisticación creciente del malware, combinar la defensa digital con la física se vuelve esencial para preservar la privacidad del usuario.