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Aceite de coco: ¿milagro nutricional o riesgo para la salud?

El aceite de coco ha capturado la atención de dietistas y consumidores por sus supuestos beneficios, pero ¿qué dice la evidencia científica? Analizamos su composición, los estudios más recientes y las recomendaciones de organismos internacionales para que tomes una decisión informada.

¿Qué es el aceite de coco?

El aceite de coco se extrae del kernel del coco maduro y se presenta en forma líquida a temperaturas superiores a 24 °C y sólida a menor temperatura. Aproximadamente 82 % de sus ácidos grasos son saturados, principalmente ácido láurico, y contiene entre 10 % y 12 % de triglicéridos de cadena media (MCT), que son rápidamente metabolizados por el hígado.

Beneficios potenciales respaldados por la ciencia

Algunas investigaciones señalan que los MCT pueden aumentar la sensación de saciedad y favorecer la oxidación de grasas, lo que ha inspirado su uso en dietas de control de peso. Un meta‑análisis publicado en *The BMJ* en 2022 concluyó que el consumo moderado de MCT (≈ 15 g/día) mejora ligeramente los niveles de colesterol HDL (el “bueno”).

Riesgos y advertencias

Sin embargo, la mayor parte del aceite está compuesta por grasas saturadas, que elevan el colesterol LDL (el “malo”). Un estudio de la Universidad de Harvard en 2023 mostró que una ingesta diaria de 30 ml de aceite de coco aumentó el LDL en un 5 % promedio en adultos sanos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue recomendando que las grasas saturadas representen menos del 10 % de la ingesta calórica total, lo que equivale a unos 20 g al día para una dieta de 2 000 kcal.

¿Para quién es adecuado?

Personas con hipercolesterolemia, antecedentes de enfermedad cardiovascular o que siguen dietas estrictas bajo supervisión médica deberían limitar su consumo. En contraste, atletas de resistencia y pacientes con trastornos de absorción pueden beneficiarse de los MCT como fuente de energía rápida.

Conclusión

El aceite de coco no es ni un elixir mágico ni un veneno universal. Su uso responsable, dentro de los límites de grasas saturadas y considerando las necesidades individuales, puede aportar beneficios modestos sin comprometer la salud cardiovascular.