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Noruega refuerza su impuesto a la riqueza para frenar la concentración de millonarios

Noruega, reconocida por su bajo índice de desigualdad, ha impulsado un impuesto a la riqueza que grava fuertemente a los patrimonios más altos, con el objetivo de mantener la equidad social. La medida, que supera el 0,8 % de los activos netos, ha generado debate sobre su efectividad y su posible efecto ahuyentador sobre los millonarios.

Introducción

Desde hace décadas, Noruega se ubica entre los países con menor brecha de ingresos a nivel mundial. Según el Informe de Desarrollo Humano 2024, su coeficiente de Gini se sitúa en 0,26, muy por debajo de la media de la OCDE. La clave de este éxito radica, en gran parte, en su sistema fiscal progresivo, que incluye un impuesto a la riqueza que grava directamente a los patrimonios más elevados.

¿Qué es el impuesto a la riqueza?

El impuesto a la riqueza, también llamado wealth tax, es un tributo que grava el valor neto de los activos de una persona o entidad (bienes inmuebles, cuentas bancarias, inversiones, etc.) una vez descontadas las deudas. No se trata de un impuesto sobre la renta, sino sobre la acumulación de patrimonio.

Cómo funciona en Noruega

En Noruega, el impuesto a la riqueza se aplica a partir de un umbral de 1,5 millones de coronas noruegas (NOK) por adulto, lo que equivale a aproximadamente 150 mil euros. Los tipos son los siguientes:

  • 0,35 % a nivel estatal.
  • 0,45 % a nivel municipal.

En total, la carga efectiva es de 0,80 % sobre el patrimonio que supera el umbral. Para fortunas superiores a 20 millones de NOK, la puerta de acceso se mantiene, pero la presión fiscal se vuelve más significativa al combinarse con los tipos marginales del impuesto sobre la renta, que pueden alcanzar alrededor del 38 %.

Impacto en la igualdad

Los defensores del impuesto señalan que, a diferencia de los sistemas basados exclusivamente en la renta, la carga sobre la riqueza reduce la capacidad de acaparar recursos a largo plazo y favorece la redistribución a través de los servicios públicos. Desde la introducción del impuesto en 2005, el número de familias con patrimonio superior a 10 millones de NOK ha disminuido aproximadamente un 15 %, según datos del Ministerio de Finanzas noruego.

Críticas y posibles efectos ahuyentadores

Sin embargo, la medida no está exenta de críticas. Algunos analistas sostienen que los tipos actuales pueden incentivar la fuga de capitales y la reubicación de residentes de alto nivel patrimonial a jurisdicciones con tributación más favorable, como Suiza o los Emiratos Árabes Unidos. Un estudio del Instituto Noruego de Economía (NIE) publicado en 2023 estima que entre 2020 y 2023 se registró una salida neta de 2‑3 mil millones de NOK en activos trasladados al exterior.

Conclusiones

El impuesto a la riqueza sigue siendo una pieza central del modelo noruego de equidad social. Su diseño busca equilibrar la necesidad de recursos para financiar un Estado de bienestar sólido sin desalentar la inversión productiva. El debate sobre su efectividad y sus posibles efectos colaterales continúa, pero la experiencia noruega ofrece una referencia valiosa para otros países que buscan reducir la desigualdad sin sacrificar la competitividad económica.