El sector agropecuario argentino genera una ola de optimismo en el Gobierno: la soja alcanza su nivel más alto en 18 meses, la cosecha de maíz y trigo se amplía y se esperan ingresos extra de 4.000 millones de dólares en 2025, con proyecciones aún más positivas para 2026.
El agro como motor de divisas
El Gobierno celebró una noticia alentadora proveniente del campo: la combinación de precios récord de la soja y una cosecha robusta de maíz y trigo está generando una corriente de dólares que mejorará la balanza de pagos y aliviará la presión sobre el tipo de cambio.
Soja en máximos de 1,5 años
Según el análisis de Ámbito, la soja cotiza a su nivel más alto en los últimos 18 meses, impulsada por la demanda internacional y la escasez de oferta en mercados clave. Este escenario favorece los ingresos de exportación, pues la soja es el principal producto agrícola del país y representa aproximadamente el 35% de las exportaciones totales.
+USD 4.000 M esperados en 2025
Infobae informó que el sector agro aportará **USD 4.000 millones** adicionales en 2025, gracias a la mayor producción de maíz y trigo que complementan la bonanza de la soja. Estos recursos extra permitirán al Tesoro reforzar sus reservas internacionales y reducir la brecha del déficit fiscal.
Proyecciones para 2026
Radio 3 Cadena Patagonia y el Cronista indicaron que el Gobierno anticipa un ingreso aún mayor de dólares en 2026, ya que se mantiene la tendencia alcista de los precios de la soja y se espera una mejora en los términos de intercambio.
Impacto en la política cambiaria
El ministro de Economía, Sergio Caputo, recibió una “buena noticia” al observar que los precios de la soja se han revaluado, lo que mejora las previsiones de recaudación en dólares. Esta situación brinda margen de maniobra para estabilizar el tipo de cambio y apoyará futuras decisiones de política monetaria.
Qué significa para la ciudadanía
Un mayor ingreso de dólares se traduce en una menor presión inflacionaria, mayor disponibilidad de divisas para importaciones esenciales y la posibilidad de reforzar programas sociales financiados con recursos externos.