Italia avanza con la construcción del puente colgante que unirá Sicilia y Calabria, proyectado como el más largo del planeta. Sin embargo, el ambicioso megaproject ha desencadenado una crisis política para la presidenta Giorgia Meloni, entre polémicas de financiación, oposición ambiental y discordias dentro de su coalición.
Un proyecto histórico que redefine la ingeniería
El puente colgante sobre el estrecho de Messina promete superar los 3.300 metros de vano principal, convirtiéndose en el más largo del mundo. Las torres de acero, previstas con una altura de 210 metros, sostendrán más de 30.000 cables de alta resistencia. Si se completa, reducirá el tiempo de viaje entre la península y Sicilia de varias horas a menos de 30 minutos.
Impacto económico y social
El costo estimado del proyecto ha pasado de 9.000 millones de euros a cerca de 12.000 millones, una cifra que ha generado intensos debates sobre su viabilidad financiera. El Gobierno de Giorgia Meloni apuesta a que la obra dinamizará el turismo, el comercio y la movilidad de dos regiones estratégicas, creando miles de empleos directos e indirectos.
La pesadilla política para Meloni
Desde la reapertura del proyecto en 2023, la presidenta ha enfrentado críticas de varios frentes:
- Oposición ambiental: ONG y comunidades locales denuncian el riesgo de dañar ecosistemas marinos y aumentar la vulnerabilidad sísmica del estrecho.
- Financiación: La ausencia de apoyo de la Unión Europea ha obligado al Gobierno a buscar inversores privados, lo que ha generado sospechas de opacidad y posibles conflictos de interés.
- Divisiones internas: Figuras clave de la coalición de derecha han cuestionado la prioridad del proyecto frente a otras necesidades sociales, lo que ha tensionado la unidad del gobierno.
Estos factores han convertido al puente en un tema central de los debates parlamentarios y en un punto vulnerable para la popularidad de Meloni, que ya enfrenta bajas en las encuestas.
Avances recientes
Según el periódico El Cronista, en enero de 2025 se iniciaron las primeras obras de cimentación en la costa calabresa, y en febrero se instaló la primera de las grandes torres piloto. Las obras avanzan a un ritmo de 15 metros por día en la fase de tendido de cables, lo que sugiere que el proyecto podría estar listo para su fase final en 2029.
¿Qué nos depara el futuro?
El futuro del puente dependerá de la capacidad del Gobierno para garantizar la financiación, mitigar los impactos ambientales y preservar la cohesión política interna. De lograrse, Italia ganará no solo una obra de ingeniería sin precedentes, sino también un símbolo de unidad nacional que podría revertir la actual percepción de crisis política.