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El Alzheimer: ¿una defensa ancestral contra infecciones?

Un nuevo estudio sugiere que el Alzheimer podría ser la consecuencia de una antigua respuesta inmunitaria del cerebro frente a microbios, donde la proteína beta‑amiloide actuaría como un péptido antimicrobiano y, con el tiempo, provocaría la neurodegeneración.

¿Qué es el Alzheimer?

El Alzheimer es la forma más común de demencia, caracterizada por pérdida progresiva de la memoria, deterioro cognitivo y cambios en el comportamiento. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 55 millones de personas viven con demencia en el mundo y cada año se diagnostican 10 millones de casos nuevos.

La hipótesis de la defensa inmunitaria

Investigadores de instituciones internacionales publicaron recientemente un estudio que plantea que la proteína beta‑amiloide, conocida por formar los depósitos plaquetarios típicos del Alzheimer, podría haber evolucionado como una defensa antimicrobiana del cerebro. En situaciones de infección aguda, el beta‑amiloide se agregaría rápidamente alrededor de bacterias y virus, atrapándolos y evitando que se diseminen.

¿Cómo pasa de protección a patología?

Si la exposición a patógenos es esporádica, el proceso es transitorio y el cerebro elimina los residuos sin daño. Sin embargo, infecciones crónicas o repetidas pueden mantener activa esta respuesta, generando una acumulación excesiva de beta‑amiloide. Con el tiempo, los depósitos forman placas que alteran la comunicación neuronal y desencadenan inflamación crónica, procesos que se correlacionan con la pérdida cognitiva.

Evidencia experimental

En modelos animales, los investigadores mostraron que la inoculación de bacterias en el cerebro produce una rápida producción de beta‑amiloide, que se agrupa alrededor de los microbios. Al bloquear la producción de esta proteína, la capacidad del organismo para controlar la infección disminuyó, evidenciando su papel protector. En humanos, análisis de tejido cerebral de pacientes con Alzheimer reveló la presencia de fragmentos de ADN de diversos patógenos, lo que sugiere exposiciones pasadas.

Implicaciones para el diagnóstico y tratamiento

Si el Alzheimer es, en parte, una respuesta inmunitaria mal regulada, los enfoques terapéuticos podrían cambiar. En lugar de eliminar por completo el beta‑amiloide, la estrategia podría centrarse en modular la respuesta inflamatoria o en prevenir infecciones crónicas del sistema nervioso central. Además, la detección temprana de marcadores infecciosos podría ayudar a identificar a personas con mayor riesgo.</n

Esta nueva visión no invalida otras hipótesis, como la influencia de la genética (por ejemplo, la variante APOE4) o los factores de estilo de vida, pero abre una puerta para entender mejor por qué el cerebro produce estas proteínas y cómo su acumulación se vuelve dañina.