El viernes 2 de mayo, un día no laborable, la estación Perú de la línea A del subte porteño fue clausurada para albergar la FiReLEAGUE Buenos Aires 2025, un torneo internacional de Counter-Strike, según lo denunciado por @AmbaTransporte en X. Esta decisión, respaldada por el Gobierno de la Ciudad como parte de su programa BA Gaming, dejó a los usuarios sin acceso a una de las combinaciones más importantes de la red, afectando a quienes dependen del trasbordo con las líneas D y E. La medida no solo generó caos e incomodidad, sino que pone en evidencia una priorización absurda de un evento privado sobre las necesidades básicas de movilidad de la población.
La estación, ubicada en el corazón de Monserrat y conocida por su alta afluencia, fue transformada en una arena gamer con tribunas para 200 espectadores y pantallas para los competidores, mientras los trenes pasaban sin detenerse. Esta interrupción en el servicio público, un derecho esencial para millones de bonaerenses, resulta incomprensible cuando existen alternativas más adecuadas, como centros culturales, estadios o venues privados diseñados para eventos. ¿Por qué sacrificar un nodo clave de transporte en lugar de optar por un espacio no crítico para la ciudad? La respuesta parece apuntar a una estrategia de marketing que busca posicionar a Buenos Aires como “capital gamer”, pero a costa de los ciudadanos.
La crítica se intensifica al considerar que el subte es un servicio público financiado con fondos colectivos, no un terreno de juego para iniciativas comerciales. Los usuarios, que ya enfrentan tarifas en aumento y un sistema con limitaciones, merecen mejor trato. Organizar un torneo en un lugar tan estratégico, afectando la circulación y generando quejas masivas en redes, refleja una desconexión alarmante con las prioridades de la gente. Este precedente abre la puerta a que cualquier evento privado pueda privatizar espacios públicos, un lujo que el transporte masivo no puede permitirse.